TEATRO: El Loco y La Camisa

Cinco temporadas ininterrumpidas de esta obra escrita por Nelson Valente, que los miércoles y viernes se presenta en el teatro Picadero.
Si bien “El loco y la camisa” ya lleva cinco temporadas, al ver la obra, se notan algunas cosas que llaman un poco la atención: la primera media hora, es lenta, haciendo al guión repetitivo. Puede existir en una familia un “loco”, pero hay que contar la historia de otra manera: dentro de la incoherencia, cierta coherencia, y no todo tan obvio, no ser desde el primer acto tan predecibles.
Todas las actuaciones son muy buenas, correctas, en el caso de los padres: Lide Uranga y Ricardo Larrama, no salen ni un instante del personaje, se aprecia con placer una total concentración, es ver realmente a unos padres en escena. La hermana y el novio, Soledad Bautista y José Pablo Suárez, también forman un gran equipo junto a todo el elenco, los nervios del personaje de Soledad se hacen reales y lo transmite al público. Y finalmente el “loco”, Julián Paz Figueira, quién hace muy bien el personaje, que está marcado de esa manera… un loco no tan loco, coherente e incoherente, con momentos de total lucidez y sabiduría que conecta con todos y entiende todo y a veces salta y se tira al piso.
Por supuesto que cuando hay un loco, todo vale: disparar un arma, saltar, tirarse al piso porque si, gritar… Es un drama, y por supuesto que hay chistes, pero el público se ríe en momentos que son drama puro (suele pasar en muchas obras, ese extraño comportamiento de los espectadores).
Muy trillado ver que siempre el “loco” es quién más sabe, o es quién dice la verdad que incomoda… que el loco nos dejará el mensaje de nuestras vidas, y que ese mensaje es tan obvio que no puede verse o no queremos verlo o no es fácil verlo y aceptarlo… que el loco se atreve, que mejor loco que cuerdo…
En esta obra se ve una familia violenta, de clase media-baja, disfuncional, triste, con hombres dominantes y mujeres sumisas que todo lo toleran, no, no hay nada de qué reírse.
El guión repite mucho y siempre nos va anunciando lo que pasará, pero es bueno ver cinco temporadas ininterrumpidas de una obra nacional, con guión y actores nuestros. Y sí, es verdad que los últimos veinte minutos atrapan: hay situaciones de violencia que incomodan porque es un drama esta obra (por eso no se entienden las risas) y los actores quedan tensos luego del fuerte desenlace.  –Valeria Massimino

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