BENJAMÍN PRADO: «Sabina es como Gardel, cada día canta mejor»


17/11/17


Hablamos con Benjamín Prado, novelista y poeta español que nos deleita con su último libro: «Incluso la verdad». Donde relata anécdotas de su amigo, Joaquín Sabina. Un libro con la crónica de cada canción, los estados de ánimo, las euforias, las discusiones a la hora de componer y muchas historias más que emocionan.


Entrevista: Valeria Massimino


¿Cómo nace la idea de este libro? 

Es un acto de gratitud: a Joaquín se lo quiere tanto, lo admira tanto y le da  tanto la gente, que nos pareció justo invitarlos a todos a casa, dejar que visitaran el laboratorio de las canciones, que supieran cómo están hechas, de dónde salen, dónde hay que ir a buscarlas…

Contanos tu relación con Joaquín. El origen de todo: cuando surgió la amistad…

Nos conocemos hace treinta y siete años, y además de conocernos, sabemos  cómo somos. Todo empezó en un bar con escenario al que él iba a cantar y yo a leer poemas. A mí ya me gustaban los poemas que tienen una gota de roca rol y a él las canciones con versos que envidiaría cualquier poeta sensato. Los dos queríamos ser Bob Dylan, cada uno a su manera. A los diez minutos, ya éramos amigos de toda la vida.



¿Cómo es el ritual de componer? Cómo es el proceso creativo. En tu soledad y con Joaquín…

Dos soledades juntas, en todo caso. Es tenerse mucho respeto y ninguno, ser capaces de tirarse un verso por tierra. Es no callarse nada y cazar al vuelo lo que ha venido a quedarse con la canción. Él es el maestro, yo trato de aprender.

Alguna anécdota que recuerdes… Recorrieron gran parte del mundo. 

Con Joaquín no hay minuto malo, su mirada cambia lo que estás viendo. Me emociona ver de qué modo pelea, coma a coma, para seguir siendo él, para que su mito no le deje atrás.

¿Cómo ves el mundo editorial, con el avance constante de la tecnología?

La tecnología no puede cambiar nada, sólo llevarlo a nosotros por caminos diferentes. Lorca es igual de bueno leído en una tableta; las canciones de Cohen también te hacen llorar oídas en un teléfono.

¿Y las discográficas? con el surgimiento también de Spotify…

Al menos los ladrones de canciones se han quedado sin disculpa. No puedes amar lo mismo que ayudas a destruir. Las plataformas son el primer paso de regreso hacia el respeto por la cultura. Ahora hace falta que no se queden todo los intermediarios, que no son el camino, sino el puente roto.

Decís que siempre que escribís una canción, pensás » ¿Le gustará a Joaquín?» ¿Sentís cierta auto presión?

Escribir canciones con él que puedan mirarle a la cara a sus himnos, la verdad es que impone. Estamos muy orgullosos de que las de «Lo niego todo » aguanten el tirón. Joaquín es como Gardel, sólo que en vivo: cada día canta mejor.

¿Cuando toca Sabina, vas a verlo?

Si estoy por ahí cerca, claro. En esta gira, por ejemplo, lo he visto dos veces en Madrid, en Londres, en Jerez de la Frontera y aquí en Buenos Aires.

¿Te gusta Argentina? Cómo ves a su gente?

Amo cada centímetro de este país, donde siempre me han tratado como a un príncipe y mis libros se han sentido en casa. Nunca le diré que no a Argentina.


¿Una película?
Laura, de Otto Preminger.



¿Un libro?
Las Odas elementales de Neruda

¿Lugar ideal para vacaicones?
Rota, en Cádiz.

¿Un cantante?
De fuera, Bob Dylan. Nuestro, mi Sabina.

¿Una mujer?
La mía. Es la más guapa que he visto.

¿Un político?
El último que se haya retirado. Si no, Mujica.

¿Una canción?
Hurricane, de Dylan.



¿Si pudieras retroceder en el tiempo a qué hecho histórico irías?
A la California de los hippies.

¿Que te da miedo?
Los idiotas. Le hacen pagar a todo el mundo lo idiotas que son.

¿Una bebida?
Vodka con naranja natural.

¿Creés en Dios?
No. Creo en las personas.

¿Una Meta?
Que la gente llore por mí cuando me vaya.


 

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