Por Damián Aspeleiter
La nueva entrega de la saga de los detectives de la policía de Miami llega con nuevos directores y nuevo equipo creativo, esta vez Michael Bay no dirige pero si deja su impronta porque esta película tiene músculos, unos músculos elaborados en la década de los noventa bajo el influjo de las buddy movies como Arma Mortal (Lethal Weapon,1987, Richard Donner) y 48 horas ( 48hrs, 1982, Walter Hill) pero, que, al mismo tiempo, tiene un ritmo frenético que no hacen difícil entender quien es el padre generacional de esa criatura que es la saga «Rápido y furioso». Vale aclarar que si bien es una película musculosa estos músculos no se notan en las explosiones ni las escenas de acción sino en la química que hay entre sus protagonistas que deja a todo lo demás en segundo plano.
Los detectives Mike Lowrey y Marcus Burnett se encuentran en una etapa de sus vidas en la cual está todo estable y en la cual, por lo menos uno de ellos, contempla el retiro. En medio de esta etapa de este proceso una figura del pasado de Mike irrumpe para traer venganza, ocasionando un caos en la vida de los detectives.
«Bad Boys para siempre» retoma la fórmula de la pareja despareja de policías y le agrega algo pirotecnia, música latina y una historia que, al menos en un principio, parece verosímil. En esta película, la trama toma más importancia dejando de lado la acción, a veces sin sentido a la que nos había acostumbrado Bay, ya que no nos aturde con la velocidad y el movimiento caótico de las cámaras, al decir esto también debemos aclarar que al tener un poco mas de contenido dramático la película permite el lucimiento de la química entre sus protagonistas y una mayor interacción entre estos y los personajes secundarios, viejos y nuevos.
Encontramos en esta tercera entrega a conocidos de las dos anteriores entregas como Theresa Randle y Joe Pantoliano; además de presentar a nuevos personajes interpretados por Vanessa Hudgens, Paola Núñez, Alexander Ludwig, Charles Melton, Nicky Jam y Kate del Castillo. Los nuevos secundarios son una suerte de complemento que enriquecen a la película dándoles momentos de humor y, al ser más jóvenes, un anclaje en el siglo XXI a los protagonistas. Se nota que son colocados en la saga como complemento para futuras secuelas.
Los villanos juegan un rol importante en esta historia ya que trazan un vínculo con el personaje de Smith y permiten que se revelen nuevos aspectos, que en las dos películas anteriores directamente fueron pasados por alto. Estos nuevos aspectos que se le agregan al personaje le dan cierta profundidad que lo torna más interesante de cara al futuro. Por el lado Lawrence su personaje, Marcus, juega un papel muy parecido al del teniente Murtaugh en «Arma Mortal» ya que vive quejándose de que es viejo para ese tipo de situaciones.
Es una película de acción hecha y derecha, que no recurre a una construcción de los villanos desde la psicología. Es sencillo: Isabel Aretas y Armando Aretas son mexicanos narcos y malos. Ella especialmente parece una parodia de los latinos con toda su santería, devoción a la santa muerte y carga esotérica y el es simplemente un sicario que como buen hijo obedece las ordenes de su madre sin siquiera hacer cuestionamientos; solo en el último acto la película hace un giro melodramático que nos permite entender un poco de sus motivaciones. Aun así la película construye bien a sus personajes y a su trama por lo cual tiene muy pocos puntos débiles.
En «Bad Boys para siempre», se nota el cambio de directores para bien. Los belgas Adil El Arbi (as Adil), Bilall Fallah (as Bilall) hacen un buen trabajo en la narración y construcción dramática, además de mostrar mucha técnica. Las escenas de acción todas son filmadas con mucha prolijidad dejando poco espacio al estilo caótico que nos presentaba Bay al mismo tiempo que contrasta con cierto tipo de cine de acción muy de moda ahora en los cuales la coreografía es más importante de lo que se ve y sucede en pantalla.
Poca semejanza guarda con películas como John Wick (John Wick, 2014, Chad Stahelski, David Leitch) o Birds of Prey and the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn (Cathy Yan, 2020) donde directamente presenciamos un baile entre el héroe y la nada, en las cuales las consecuencias son villanos lastimados y héroes que no reciben ni siquiera un arañazo. Tampoco cuenta con el realismo de The Bourne Identity (Doug Liman, 2002) o la exageración sin sentido de Rápido y Furioso. Se puede decir que han vuelto los noventa ya que esta película tiene mucho de clásicos del género en cuanto a estilo de narración y velocidad pero sin recurrir al vacío narrativo tan propio de esta época. Se cuenta una historia, una historia sencilla pero efectiva que es lo más importante de la película dejando por detrás al estilo, sin abandonarlo nunca.
8 de 10