Crítica: Fai Bei Sogni

12/6/17

Por Ailín Escola

¿Se podría tener dulces sueños cuando teniendo nueve años luego del fallecimiento de la madre, sólo queda el padre, que, austero, cuenta de forma escueta esa muerte?. Un disparo directo a la emotividad del espectador. Sin golpes bajos Fai Bei Sogni relata los días de un niño que pierde a su amiga, su compañera, su enamorada, pierde a su madre. Y contradictoriamente se resguarda en la imagen de Nosferatu.

La vida es ahora esa película de terror que solía ver con su madre. En esta figura «maligna» ve el amparo que no encuentra en el mundo que lo rodea. Esta historia se va montando con su vida del presente. Un hombre maduro que convertido en periodista, entre partidos de futbol y la guerra de Bosnia, se enfrenta con su casa de la infancia, intacta de recuerdos.

A lo largo de todos estos saltos temporales el genial Marco Bellocchio coloca estratégicamente una serie de plantados que sutílmente se resignifican en el final. Una maravilla articulada en la cotidianidad de la tristeza. Increible como situa el final inminete, todo el tiempo frente a nuestros ojos y solo lo vemos al terminar el film.

Con algunas pinceladas de contexto social que hacen desviar la atención de la trama principal, Bellocchio también muestra no sólo la guerra, sino la mediatización de la misma. El dolor ajeno hecho producto comercializable. La dirección de arte de Marco Dentici se desarrolla caracterizando todas las épocas y contextos por los que es atravesado el film.

La fotografía acompaña recreando los clímas de desolación que reflejan las exelentes actuaciones. Sombría y angustiosa, creada por, el también director de cine, Daniele Ciprì. Con música de Carlo Crivelli, que da un cierre excelente al trabajo generado por los actores, director y director de fotografía. Una película sensible que emociona y reflexiona sobre la vida y las ausencias.

9 de 10


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