Crítica: RADIOHEAD » A MOON SHAPED POOL»

20/5/16

Por Fer Casals

Luego de una marketinera movida donde «borraron» toda su presencia online, Radiohead regresa con su noveno álbum de estudio. Una primera escucha los revela afectados y punzantes como siempre, las escuchas posteriores los muestran una vez más en forma, con más cosas para decir y explorando terrenos conocidos y donde se sienten cómodos.

Después de los aclamados OK Computer y Kid A, la banda empezó a evolucionar musicalmente en público, fue su manera de lidiar con la fama y la categorización de íconos de su tiempo que público y crítica les asignó. Así casi naturalmente comenzaron a explorar sonidos y secuencias, paisajes sonoros de libertad absoluta. En su médula Radiohead es una banda de rock, Y esos loops sobre los cuales tanto les gusta aventurarse siempre terminan en una canción -más o menos- en formato pop/rock.

Mientras que muchas composiciones de A Moon Shaped Pool remiten en sus comienzos a King of Limbs , esos sonidos abstractos tan Radiohead, resuelven rápidamente convertir su presencia en algo poderoso, tanto lírica como musicalmente. Es posible que en este disco haya un intento de profundizar sobre sus raíces rockeras, pero está construido -siempre- mirando hacia adelante, buscando nuevas e imprevistas direcciones expansivas en su brillante carrera. Un Radiohead 2016 con los pies sobre la tierra, caminando sobre texturas sonoras, riffs perdidos y una sensación de transparencia y honestidad contenida.

Se podría decir que cada disco de Radiohead es una reacción violenta contra su predecesor, como si  luego de cada lanzamiento buscasen reducir a escombros a la banda para poder empezar a construirla de nuevo, y no en el sentido de «reinvención» típico de las estrellas pop, sino más bien de comunión artística y personal.
A esta altura Radiohead no tiene nada que demostrar y A Moon Shaped Pool es la prueba que todavía tienen mucho para dar.

Track x track:

«Burn the Witch»
Motorizado por unas cuerdas frenéticas, es el excitante primer corte del álbum. La letra cargada y amenazante, transluce la paranoia de Yorke en un mundo regido por el miedo, buscando excusas para su actos, es decir, el presente que vivimos.

«Daydreaming»
Una canción atmosférica y minimalista con un video dirigido por el master Paul Thomas Anderson. En una línea similar a los momentos más bellos de Amnesiac, aunque con mucha más luz. «Los soñadores nunca aprenden», se lamenta Yorke por encima de un piano en cascada que construye un final nebuloso y mágico.

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«Deck Dark»
La canción resulta una reflexión distópica de Yorke sobre la muerte inminente. Hipnótica, sombría y sublime, crece, te invade y no te abandona.

«Desert Island Disco»
Hermana perdida de ‘»Faust Arp» de In Rainbows aunque poseída por un espíritu psicodélico.

«Ful Stop»
Es Radiohead en modo kraut-rock, que cuando te descuidás florece con esa majestuosidad propia de Radiohead, alcanzando un clímax celestial. Un himno de corazones adoloridos que despega cuando el resto de la banda se suma a Yorke en la segunda mitad. Un favorito de los shows en vivo de la banda durante años.

«Glass Eyes»
Una bocanada de aire fluye en la mitad del disco al Radiohead permitirse su lado más romántico que -por un momento- logra eclipsar su oscuridad. Una orquestación exuberante hace el resto.

«Identikit»
Una paranoia de cuentos de hadas, enfatizada por latidos claustrofóbicos, una guitarra juguetona y un estribillo siniestro cimentado en sintetizadores, confluyen en un coro demoníaco que regresa al lugar común: la melancolía del dolor. El «Idioteque» del álbum.

«The Numbers»
«Somos de la Tierra, el futuro está dentro de nosotros, no en otro lugar.» proclama Yorke. Ok, te creemos. La canción más edificante del disco.

«Present Tense»
Otro favorito en vivo. «Este baile es como un arma de autodefensa contra el tiempo presente.» canta Yorke en modo introspectivo y se pregunta si «todo este amor será en vano». La canción fue -supuestamente- inspirada por la separación del frontman de su pareja de mucho tiempo Rachel Owen el año pasado.

«Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief»
Al igual que la canción rechazada que hicieron para la película de James Bond «Spectre», es otra magnífica creación de estilo cinematográfico. «Todo lo que tienes que hacer es decir sí», los gemidos ahogados de Yorke y la instrumentación espacial resultan -a esta altura del disco- un poco tediosos, pero los arreglos densos, en capas que forman manantiales sonoros pueden resultar cautivantes en ciertos momentos.

«True Love Waits»
El mejor final posible para el disco. La esperada versión en estudio de este tema que se cansaron de tocar en vivo. Una canción de amor en su forma más pura y directa: devastadora y perfecta. Un charco de lágrimas, un piano despojado, la voz delicada de Yorke, y un pedido: «Sólo no me dejes». The End.

8.5 de 10

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