Esta morra no se vende: Mon Laferte, Seis y su celebración a México

Por Nicolás Granato

Tenía tan solo 23 años cuando dejó a su Chile natal y una carrera musical prometedora para radicarse en México. Allí dejó de lado el pop latino de los 2000, e incursionó en el rock y el metal, para terminar encontrando su lugar dentro de la música tradicional latinoamericana, principalmente el Bolero. México le dio el renacimiento artístico, el reconocimiento para volver a su país con laureles y disparó su fama hacia el resto del continente. Por estos motivos no cabe duda por qué Mon Laferte decidió hacer un homenaje a la cultura musical del país del tequila y los tacos. Hablo de “Seis”, su álbum lanzado a principios de abril bajo Universal Music México. El nombre se debe simplemente a que su sexto álbum. En cambio, su arte de tapa sí está pensado. Basada en su estilo de pintura (porque Mon también es artista plástica), se la ve a ella con ojos enormes, la boca chiquita y su clásico cabello largo y morocho con flequillo. Sostiene un toro pequeño que fue dibujado por su padre. Mon abraza al animal, lo protege porque sabe que a pesar de toda su ferocidad, es muy probable que le hagan daño. Esa idea de un ser poderoso y a la vez vulnerable recorre todo el trabajo.

Pasaron tres años desde el último álbum de estudio de Mon Laferte, “Norma”, que tenía un recorrido latinoamericano en sus sonidos y por las distintas etapas de una relación amorosa en sus letras. Luego de eso, lanzó una gran cantidad de singles, al principio más cercanos al rock, pero en sus últimos anticipaba que viraba hacía la ranchera mexicana, dos de ellos son parte de “Seis”. Además de este género, vamos a encontrar mariachis, cumbia, regionales, por supuestos boleros y algunas sorpresas más. La producción estuvo a cargo de Manu Jalil y Sebastián Aracena que además, son los dos mejores amigos de Laferte. La idea este álbum nació a partir de un documental que Netflix estrenó sobre la cantante ranchera Chavela Vargas. Ella vivió sus últimos años en Tepoztlán, ciudad donde reside actualmente Mon. Otro fuerte de este álbum son los invitados: dos artistas reconocidos de la música mexicana como Gloria Trevi y Alejandro Fernández, así como dos orquestas imponentes de ese país. Siguiendo la línea que había comenzado Natalia Lafourcade con “Un canto por México vol1”, Mon Laferte y “Seis” parecen aportar a la celebración de la riqueza sonora mexicana pero en este caso, desde composiciones totalmente nuevas.

“Se me va a quemar el corazón” es la elegida para dar inicio al álbum. Este tema ya se había salido a la luz como single a principios de año. Una ranchera lenta, delicada y dolorosa. Le da la pauta a todo el resto del álbum. Y es que si alguien que desconoce la historia de Mon escucha esta canción, creería que es Mexicana al 100%. Una guitarra es su única compañera en este relato de un amor fugaz pero potente contada por una “boca pintada de lamentos”. Un bandoneón acompañado de trompetas al estilo mariachi dan paso a “Amigos simplemente”. La música es bien elegida para esta declaración amorosa hacía ese amigo con el que se quiere besar en la plaza ubicada en Obregón con Insurgentes, en la Ciudad de México. Mon comienza cantando las estrofas bajito, para lanzar un alarido y demostrando una vez más su capacidad vocal. La guitarra vuelve a ser la única compañera en “No lo vi venir”. Con un ritmo rápido, simple y pegajoso, la cantante se sorprende: ante su poca fe en la humanidad aparece una persona que la completa.



“Amado mío” da paso a una historia de una amor ya desarrollada. Una de las líricas mejores trabajadas con abundantes metáforas: “Como adolescentes viajando a Saturno / En un carro de amor / Tanto te quiero, tanto yo en tus vidas pasadas /Se acaba el mundo y tú, amado mío/ ¿Será casualidad?”. En cuanto el sonido es un bolero lento, con violines que te transporta a los años setenta. Fluye intensificándose poco a poco. Otro bolero a continuación: “Canción feliz”. Esta vez, además de la sonoridad de su predecesor, aporta un ritmo bossa nova y un solo de trombón para deleitarse. Otra letra muy bien trabajada, Mon desde la soledad espera a su próximo amor: “Tengo un hambre voraz persiguiéndome el canto como cicatriz / Un corazón con arritmia bombea, esperando por ti”.
“La mujer” fue el single lanzado el día anterior a la publicación de “Seis”. Una canción que en palabras de Mon, los fans le habían pedido que grabara porque solo la tocaba en vivo. Había sido reservada para una invitada de la altura de Gloria Trevi. En lo sonoro, unas trompetas dan indicio de que una gran canción está por llegar, mientras que el bajo le da un ritmo que queda fijado en la mente. Pero la canción tiene un problema y es que Trevi no logra lucirse. Tratando de imitar el estilo de Mon, no contrasta, su voz se desdibuja. Un elemento interesante es el cambio de la letra que le hizo la autora, ya no de depresión y derrota, convirtiéndola en la superación de ese hombre que le ha hecho tanto mal. Sigue un momento muy interesante del disco: “Calaveras”, con música que parece como de cabaret de los años cuarenta. Una Mon con mucha sensualidad y acompañada por percusiones caribeñas, intenta arrebatar el pasado a su hombre para saber cuántas mujeres ha lastimado, así como la ha dejado a ella en el dolor. Conocer el lado oscuro ayudará a superarlo, etapa retratada en “Aunque te mueras por volver”, con la clásica sonoridad de Mon: un bolero de ritmo bien marcado, sin dudas de los mejores momentos para apreciar su poderosa voz.

Después de tantos lentos, el álbum se pone más movido a través de “La democracia”. Es una cumbia de protesta (¿Quién dijo que no se puede manifestar bailando?), le habla directamente al pueblo latino diciéndole que no tiene la culpa de la violencia que recibe y la desigualdad. La fachada de las repúblicas que hambrean a la gente es desenmascarada aquí: “Que alguien me explique lo que pasó con la democracia / Me confundí o alguien me mintió”. “Esta morra no se vende” sigue con la línea de la crítica social. Un regional mexicano que denuncia el ideario de vida perfecta y lujo que mucha gente muestra en sus redes mientras hay personas que viven una realidad social adversa. La postura de la autora es intransigente, como artista no puede permitir “venderse”. “Que se sepa nuestro amor” a continuación. El popular cantante Alejandro Fernández fue invitado para hacer dueto. Aquí se puede apreciar lo que faltó en la colaboración con Trevi: las voces se distinguen y complementan. El invitado contrasta su voz con la anfitriona y juntos logran armar la historia que narra la canción.

El momento más emotivo lo trae “Te vi”, una canción dedicada a su madre. Su letra llega a tocar fibras sensibles y genera empatía porque Mon no vende a su mamá como perfecta, sino como una mujer que hizo todo lo que pudo y, aún con sus falencias no puede dejar de amarla. Entonces, en esta ranchera se da un reencuentro: “Cuando me abrazaste volví a ser tu niña / Y ahora entre tus brazos hago del rencor una causa perdida / Yo te vi llorar porque faltaba el pan pa’ mantenernos vivas”. Le sigue otra canción que cae como lágrimas al son de lo que pareciera ser una canción de cuna, con melodía de cajita musical. “Se va la vida” está dedicada a las mujeres de todas las edades que viven tras las rejas injustamente. Acompañada de la Banda Femenil Regional Mujeres del Viento Florido, hacia el final del tema se da un cambio sonoro que prefiero dejar que el oyente descubra por sí mismo para su sorpresa. Para no cerrar tan abajo, el último track es una reversión de “Se me va a quemar el corazón” acompañada por La Arrolladora Banda El Limón de René Camacho. Esta vez el ritmo es más acelerado y hay una diversidad de instrumentos que, si bien le da un giro de tuerca, no logra ser mejor que la canción original.

En esos 51 minutos, a través de las catorce canciones, podemos notar el agradecimiento de Mon Laferte hacia México, por haberle dado la libertad artística que la puso entre las músicas más importantes de la escena latina. Una primer mitad romántica que da paso a temas sociales y personales hacía la segunda, además de una diversidad de ritmos y melodías que no permite el aburrimiento. Es un álbum que con cada escucha se encuentran elemento que parecían ocultos, demostrando que fue pensado y producido con detallismo. “Seis” es un álbum que merece ser reproducido porque en sus falencias (que son pocas) no llega a disgustar; mientras que en sus grandes aciertos se encuentra un deleite para los oídos, aún si uno no está familiarizado con la música tradicional de México.


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