Hugo Curletto director de «LA CASA DEL ECO»: «El film propone una lectura abierta»

Hablamos con Hugo Curletto, oriundo de Córdoba y con una carrera en ascenso nos cuenta todo acerca de su film «La Casa del Eco».

Entrevista: Maximiliano Curcio

Siendo también responsable del guión de la película ¿Cuáles son tus disparadores para escribir una historia? ¿En qué te inspiraste para La Casa del Eco?

Suelen ser de diversa naturaleza. Una imagen, una anécdota, un lugar. En el caso de La casa del eco el punto de partida fue el recuerdo del nombre de un lugar, un sitio incógnito al que mi padre nunca quiso o nunca pudo llegar. Una especie de punto ciego en las charlas de sobremesa en mi infancia y adolescencia. Recuerdo haber fantaseado algunas veces con hacer ese viaje que mi padre no hizo. Y el pensamiento funciona como una especie de dominó. Aparece algo que comienza a hacer caer otras fichas. Y ese nombre me llevó a pensar las relaciones entre padres e hijos. A partir de ahí, la película se me presentó como una posibilidad de narrar ese hipotetico viaje, y empecé a tejer esta historia.La narración se maneja en dos planos, la vigilia y la correlatividad de los sueños.

Bajo ese verosímil tu película trabaja mucho lo metafórico y los dobleces, en dónde los límites entre sueño y realidad parecieran no ser tan simples de discernir. ¿Qué rastro cinematográfico o literario te funciona como influencia en este aspecto?

Así como los sueños se generan en el inconsciente por la presencia de sedimentos, creo que al escribir, al filmar, al intentar plasmar una idea, tarde o temprano terminan emergiendo ciertas influencias. Hay referencias con las que uno trabaja incluso para transmitir al resto del equipo una bajada, o una idea. En La casa del eco, podría decirte que operaron en mi claramente las influencias de Reconstrucción de un amor, de Cristopher Boe, y del cine de Lynch.

El protagonista está atravesando una crisis personal profunda, sorteando un período inestable de anhelos y frustraciones, contraponiendo lo urbano a lo rural. ¿Cómo trabajaste la evolución de tu personaje a través del conflicto? Qué herramientas te dieron sus características individuales para potenciar dicho conflicto?

Como en toda crisis existencial, de alguna manera uno lucha contra si mismo en un intento de comprender lo que sucede. Pero esa lucha la mayoría de las veces te enajena, impacta sobre todo lo que te rodea. Creo que Alejo es un personaje profundamente narcisista. (en una lectura sutil, la escena del arroyo dialoga con el mito de Narciso y Eco). Alejo, ha logrado cierta estabilidad, tiene una mujer a la que ama, una profesión donde se desenvuelve con relativo éxito. Pero todo eso comienza a temblar, a partir de un incidente en la obra donde trabaja. Vivimos en una época donde todo tiene que tener un nombre, y me resultó muy seductora la idea de trabajar en este personaje angustiado, con una patología inexistente. Alejo padece algo que solo el podría padecer: tiene «sueño progresivo». Esta arbitrariedad le confiere un componente lúdico a la historia, a la vez que se presenta como un escape, un refugio ante la incertidumbre y la insatisfacción.

Has sido director de actores y asistente de dirección, también has dirigido ciclos periodísticos. ¿Qué sentís al haber concretado tu ópera prima?

Una gran satisfacción . En un país con un alto índice de pobreza, de necesidades básicas insatisfechas, donde el arte y la cultura muchas veces son vistos como un gasto innecesario, no puedo sentirme más que un privilegiado de estar concretando este proyecto. Alegría porque siempre pensé que si no estaba en Buenos Aires no podría filmar, y hoy tengo la suerte de ver una Córdoba que hace cine. Y un profundo agradecimiento, a todas aquellas personas que formaron parte de esto, y que hicieron posible que hoy La casa del eco, exista de este lado de la vigilia.

La película narra un viaje físico, que también es un viaje interior, de descubrimiento. Bajo ese juego simbólico en dónde el sentido está implícito y la referencia a lo mitológico enriquece posibles interpretaciones, ¿qué sensaciones buscás despertar en el espectador?

Creo que la película propone un tono, y a la vez una lectura abierta. Me gustan las películas sobre las que uno puede sentarse a hablar a la salida del cine. En ese sentido, esta especie de relato estallado, fragmentado, da la posibilidad de armar un poco tu propia idea de realidad. La idea de sueño y vigilia no es más que un dispositivo del relato, que juega con un imposible. El cine es el arte de hacer visible aquello que no se ve. Podría arriesgar que también es el arte de lo imposible. Si el espectador sale hablando de un plano, de alguna escena, o haciéndose algún tipo de pregunta, mi objetivo está cumplido.



La historia habla de los vínculos y transita la posible falta del amor y la forma en la que buscamos llenar esos vacíos, cuando esa construcción amorosa puede aparentar fragilidad y atravesar dudas. ¿Qué te interesa rescatar acerca de esa mirada sobre los lazos afectivos?

Desde cierta perspectiva, en contraposición de una idea de amor romántico existe la idea de un amor dialéctico, que se asemeja bastante a una construcción. Creo que el monologo de Ana lo expresa claramente sobre el final de la película. Alejo y Ana han construido un vínculo donde ambos funcionan. Pero cuando una pared se cae, inevitablemente el vacío acontece.

¿Cómo ves la gestión actual del INCAA?

Estamos viviendo un momento complicado. Creo que mas que una opinión personal calificando la gestión, puedo darte una percepción. Tengo una gran incertidumbre. Temor por lo que están viviendo la mayoría de las productoras de cine que no tienen a Patagonik o a Telefé detrás. Dudas sobre la dirección que ha tomado en la propuesta de tercerizar los créditos que da el organismo. Creo de verdad que el INCAA cumple un papel fundamental en asegurar la multiplicidad de miradas, y en la construcción de un cine nacional que tiene gran repercusión en todas partes del mundo. Me gustaría creer que esta gestión desea que eso siga siendo así.



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