La búsqueda de la maternidad: ‘Quizás unir el deseo de la maternidad a una pareja sea un error’

Entrevistamos a Carolina Córdoba, que nos comparte su experiencia en la odisea de ser madre luego de una historia trunca y un diagnóstico inesperado.

Entrevista Valeria Massimino

El deseo de ser madre está presente desde que nacemos, al menos nos mostraron que siempre la historia fue así. En la actualidad aun hay presiones de la sociedad y autopresiones, exigencias y marcas que quedaron en el inconsciente. Y también nos encontramos con millones de historias, y con mucho en común entre ellas. Sumado a los tiempos actuales que vivimos, los constantes cambios socioculturales y el tiempo líquido, que menciona Zygmunt Bauman. 

El camino hacia la maternidad no es sencillo, ni es un cuento de hadas. Nos encontramos con la mujer de antes y la mujer de ahora, pero aun con las mismas presiones. Dejando a un lado viejas estructuras y obligaciones patriarcales, están las historias de mujeres que, a cierta edad, conectan de otra manera consigo mismas. Hablamos con Carolina Córdoba, de 37 años, es abogada y trabaja en el Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires.

“Mi vida siempre se trató de conseguir un “modelo ideal”, seguir las reglas (lo dice la propia carrera que elegí…), dar los pasos acorde a como a una le enseñan desde pequeña: estudiar, recibirse, conseguir un buen trabajo, un “buen marido” y tener hijos. Y no hablo solo de mis padres, sino de la sociedad misma, la escuela, el entorno, los medios de comunicación, todo lo que nos construye como seres sociales que van “implantando” ese deseo a lo largo de nuestra vida, al punto de que hoy lo considero un “dogma” ; y luego de todas mis experiencias de vida dudo si es un ideal propio o mandato social”, explica  Carolina.

Mujeres que han buscado la maternidad y no han podido lograrla junto a sus parejas, mujeres solteras que ansían ser madre. Mujeres con una carrera que no pueden o no quieren dejarla de lado, sumado a cientos de otras obligaciones, y no olvidarse de, en el medio de todo eso, vivir. Pero siempre sin dejar de pensar en todo aquello que se debe lograr sí o sí.

Y en este camino también nos encontramos con mujeres que no cuentan con los recursos económicos y también desean ser madres, y cuando la biología no lo permite de manera natural la ciencia abre puertas. También siempre existe la opción de adoptar. Ninguna opción será sencilla, pero una vez que se conecta con el deseo, se comienza el largo camino.

En Argentina a nivel nacional, el acceso a la reproducción humana médicamente asistida (RHMA) se encuentra legislado en la ley 26.862 del año 2013 y el decreto reglamentario 956/2013. (La donación de gametos y/o embriones queda incluida en la cobertura, dejando en claro que nunca podrá tener carácter lucrativo o comercial)

Estadísticas recientes hablan de manera contundente: por diversos motivos, evolución en la sociedad, sumado a los cambios culturales y económicos. “Los nacidos vivos en 2020 en la Argentina fueron 533 mil, un catorce por ciento menos que respecto a 2019 en que habían nacido 625 mil y un 31,4 por ciento menos que en 2014 cuando habían nacido 770 mil chicos”

Carolina Córdoba

Contanos cómo comenzaste esta odisea de pensar en la maternidad.

Me recibí en la Universidad de Buenos Aires a los 24 años. Estuve en pareja 14 años, lo cual también habla de lo “convencional”  que era mi vida. Mi década de los 20 años se la dediqué a la carrera, muchos cursos para especializarme en mi profesión y hasta un posgrado en Derecho de Familia. Lo mismo hice en mi carrera laboral, trabajo hace 14 años en un área que se llama “Defensoría de Pobres y Ausentes” en la cual hay que tener mucha entrega. Para aquellos que no saben, esta área atiende gente vulnerable en temas civiles,  familia y sobre todo, violencia familiar. 

Me puse de novia a los 17 años y así continué hasta los 31; la edad en la que toda mi vida creí que seria aquella donde por fin iba a casarme y tener mi primer hijo conforme marcaba el modelo “ideal”  de vida que tenia en mente. En esas paradojas de la vida me ocurrió todo lo contrario. Tuve que irme de la casa donde convivía dejando todo lo construido, y no me refiero solo a nivel material, sino a nivel emocional y a la gran depresión que eso conllevo. Tener que empezar de cero a nivel sentimental y a nivel pareja. Prácticamente no sabía como relacionarme con el  sexo opuesto. Me llené de frustración, dolor, miedos, dudas, y medicación para sobrellevar esa tristeza donde toda mi vida pasaba 100 por ciento por tener un hombre al lado.

Cuando comencé a sentirme mejor, fue que de a poco fui recuperando esa “adolescencia” perdida: comencé a dedicarle tiempo a mis amigas, a salir, comencé a viajar sola, a invertir tiempo en mi, a mis gustos y deseos. Fue una época de renacimiento a nivel personal. Paralelamente y gracias a las “Apps” de citas fui conociendo también a varios hombres. Yo seguía en esa postura de “encontrar al príncipe azul”, pero me di cuenta que la mayoría de los hombres (o al menos todos los que me crucé ) no buscaban ningún tipo de compromiso. 

Esos años transcurrieron sin éxito hasta principios del 2021 donde por medio de una de esas aplicaciones conocí a quien después fuera mi pareja. Todo era color de rosa, todo funcionaba sobre ruedas, creía haber encontrado a ese “príncipe azul”. Obviamente el deseo de hijos seguía latente, pero era consciente que no era algo “viable” a meses de conocer una persona, pero estaba segura que en el corto tiempo las cosas se iban a dar solas. 

“Lo que antes era un proyecto para “toda la vida” hoy se ha convertido en un atributo del momento. Una vez diseñado, el futuro ya no es “para siempre”, sino que necesita ser montado y desmontado continuamente”. Zygmunt Bauman. 

El reencuentro con la maternidad regresa…

En septiembre del 2021, en medio de una charla de café con unas amigas, una de ella relata que estaba preocupada por otra amiga que había comenzado el proceso de congelar óvulos sin éxito. Le pregunté de qué se trataba y me cuenta que su amiga (de la misma edad que yo), que deseaba fervientemente tener hijos, cuando quiso hacerlo se enteró que tenia un problema llamado “baja reserva ovárica”. 

Todas palabras y situaciones que jamás había escuchado, pese a realizar rigurosamente los controles ginecológicos dos veces al año. Por esas  “causalidades” (como me gusta decirle) al otro día tenia turno con mi ginecóloga. Al asistir al turno le consulto sobre este tema… Me cuenta que para saber mi reserva ovárica bastaba un simple análisis de sangre, donde median una hormona llamada “antimülleriana” (AMH). Grande fue mi sorpresa y el enojo de que recién en ese entonces me estaba  dando esa información tan crucial para una mujer con deseos de ser madre. Ese mismo día saqué turno en un laboratorio y a los pocos días tuve el resultado. Y el diagnóstico fue lo que más temía: “baja reserva ovárica”: me quedan muy pocos óvulos en el cuerpo. Al preguntarle sobre las alternativas, si era algo que tenía tratamiento y podía revertirse me explica que no. El valor de ese análisis es un valor sobre el estado de la fertilidad de la mujer en ese momento concreto y no puede revertirse.

Yo me encontraba en pareja, pero sabía que buscar un hijo a los pocos meses de conocernos no era la mejor opción. Así que sin siquiera decirle nada de este estudio ( y menos de su resultado;  en esa creencia de que mi feminidad estaba relacionada con la maternidad) comencé por mi cuenta a investigar por Internet tanto sobre el tema como sobre los mejores Institutos de fertilidad del país. Consulta tras consulta habré recorrido por lo menos seis de los mejores Institutos, en donde al llevar mis estudios todos coincidían con el diagnostico y en que la “vitrificación” , (nombre técnico de  lo que se conoce como “congelar óvulos” que tuve que aprender como palabra cotidiana), era mi mejor opción. Opción que obviamente no era muy prometedora por mi diagnóstico y mi edad. Luego de las recorridas opté por un Instituto en Capital Federal, que más que por el Instituto, fue por la doctora que me atendió. Sentí mucha contención en su consulta, dispuesta a evacuarme todas mis dudas y miedos, siendo optimista pero también realista. 

Estando en pareja, pasó algo que no imaginabas…

En noviembre del 2021, mi pareja viaja al extranjero por trabajo. Era un viaje de solo 3 meses, los cuales me iban a ser eternos pero tenia la certeza de que regresaría y retornaríamos a esa pareja casi soñada. Pasaron los meses y él tuvo algunas complicaciones que le impidieron viajar para mi cumpleaños número 37, tal como lo habíamos planeado. Al enterarme de eso, no pude contener las ganas y viajé 9.500 km para verlo. La versión resumida de ese viaje es que al llegar él me cuenta que sus planes habían cambiado: había decidido quedarse allí a vivir, que las alternativas de trabajo eran grandes y consideraba que era una oportunidad que no podía desperdiciar. Instantáneamente mi corazón y mis ilusiones fueron hechos trizas, como le dije a él para mi fue desgarrador. Regresé a Buenos Aires, cayendo en una profunda depresión, ya que nuevamente el eje de mis planes era aquella pareja que unilateralmente tomó una decisión sin pensar de a dos, en donde no había lugar para los proyectos familiares que había soñado.

Encontraste un mundo que desconocías ¿Cómo fue tu recorrido por los Institutos de Fertilidad?

Cuando comencé el recorrido por los diferentes Institutos de fertilidad fueron inevitables las comparaciones y fue el primer gran choque con mi realidad y la diferencia con el resto: en cada sala de espera me encontraba con parejas. En cada ascensor subían de a dos agarrándose de la mano, de los consultorios salían dos personas agradecidas o llorando, pero siempre de a dos. Y en las consultas, sin siquiera haber iniciado el tratamiento me costaba y dolía ver que me encontraba sola transitándolo, porque la realidad nada coincidía como lo había soñado. Más dolor sentía cuando la consultas con los médicos no eran esperanzadoras, y más dudas sobre esta decisión me surgían.

Nunca había tomando consciencia de como el paso del tiempo puede afectar el cuerpo en la mujer y en el deseo de la maternidad. En la paradoja de que la mujer hoy en día debe desarrollarse primero en su trabajo (ya que es bastante complicado haciéndose cargo de una maternidad)  y la versión social ideal de formar una familia con hijos.

“Tomé conciencia de como durante los últimos 10 años el estrés laboral y sentimental había cobrado factura sobre mis ovarios, mi “fertilidad” y mi “feminidad”, y de que quizás unir el deseo de la maternidad a una pareja había sido un error”, Carolina Córdoba

Sos fotógrafa, hiciste arte con todo lo que viviste. Un proceso que desgasta, genera ansiedad, angustia…

En mi caso, como fui relatando este proceso me tomó por total sorpresa. No esperaba el diagnóstico de baja reserva ovárica, no esperaba haberme separado al momento de tener que hacerlo, no esperaba estar sola, incluso se dio la “causalidad” de que ni siquiera mi mamá estaba en Bs. As; ya que después de una pareja, es en quien quería depositar ese apoyo para transitar el procedimiento y ayudarme en las aplicaciones.

En medio de esa angustia, y ese miedo por no tener esa pareja que me ayude con las agujas, que me contuviera y dijera “que todo iba a estar bien” fue que decidí buscar la forma de darle un giro: decidí recurrir a la fotografía como forma de canalizar esa montaña rusa de emociones. Hacía años que no me conectaba con la máquina de fotos, pero esa pasión dentro mio volvió a renacer.

Se me ocurrió armar un Instagram Diario de fertilidad para plasmar un “diario” de este proceso, para que mi foco de atención este en las fotografiás y en contar mi historia y no en ese miedo y en esa soledad.

Y así fue, en vez de preocuparme por el dolor de aplicar la aguja sobre mi panza, me preocupaba por la toma que podría hacer; para animarme y no frenar a mitad de la inyección, me filmé en las aplicaciones y así dejar plasmada esa realidad en el mismo momento que transcurría.  Comencé a subir las fotos casi a diario, contando el proceso, los controles, el diagnóstico, y sin esperarlo comencé a tener hermosas repercusiones de toda gente desconocida; ya que no me había animado a contarle a nadie cercano de ese proyecto fotográfico. Cuando vi que las devoluciones eran tan lindas que hasta me llevaban a las lágrimas comencé a contarle a mi entorno íntimo. 

VITRIFICACIÓN

Consiste en una de las técnicas de reproducción asistida y preservación de la fertilidad realizada en laboratorio. Esta técnica que se basa en la obtención de ovocitos (óvulos) y se realiza de la misma manera que en los procesos de  fertilización in vitro (FIV). Permite congelar  de  manera rápida óvulos para detenerlos  en el tiempo.

Se somete a la mujer a estimulación ovárica controlada, induciendo la ovulación y extrayendo los ovocitos  maduros. Esta estimulación se  realiza sobre los óvulos, mediante sustancias químicas  y posterior congelamiento rápido.

La ventaja radica en que la calidad de los óvulos se conserve durante todo el tiempo que los óvulos permanezcan congelados, ya que el paso del tiempo no los deteriora y así quedan conservados. Esta técnica esta demostrada que es muy efectiva, sobreviven en las mismas condiciones mas del 90% de los óvulos que se vitrifican.

Ser madre soltera y un mundo por explorar… 

En pocos días tuve que aprender terminología médica, estadística, probabilidades, y aceptar esta realidad biológica donde el cuerpo me estaba diciendo que para cumplir mi deseo de maternidad “era un poco tarde”. Cuando al principio contaba que esta alternativa de vitrificación era la única y como si fuera poco no era prometedora, me refería a que ya que como relaté, en el proceso de vitrificación se estimulan  los ovarios para que maduren la mayor cantidad posible de óvulos, pero en mi cuerpo al haber pocos, la respuesta a esa estimulación iba a ser baja. Para ejemplificar los médicos me decían que una mujer sin problemas de salud de mi edad puede llegar a esperar que maduren de 15 a 20 ovocitos por proceso, y en mi caso con viento a favor me pronosticaban 4 o 5 máximo.

Voy a destacar que la estimulación, al menos en mi tratamiento, fue 100% con medicación hormonal mediante inyecciones subcutáneas y  duro 11 días. 

“Al comenzar este camino también descubrí que las obras sociales y las prepagas de salud no cubren este tratamiento”. Cuando hablé con la médica me cuenta que las prepagas no cubrían el proceso. Pese a eso, junté la documentación requerida e hice la correspondiente presentación en mi cobertura medica. Me contestaron que no cubrirían el tratamiento, ya que ellos consideraban que era una libre y consciente decisión mía someterme a la vitrificación ahora, como ellos lo llaman “a la maternidad diferida”. Nuevamente decepcionada, ya que no contemplan que con mi diagnostico no es una libre elección, sino que me encuentro (casi) obligada a realizar el tratamiento si quiero ser madre. Finalmente lograron extraerme cuatro ovocitos en quirófano pero solo dos estaban en condiciones genéticas de ser congelados. 

“El arte de romper relaciones y salir ileso de ellas supera ampliamente el arte de componer relaciones”. Zygmunt Bauman. 

¿Hasta que edad se recomienda congelar un óvulo?

Legalmente no hay un límite establecido, pero se recomienda hacerlo antes de los 35 años, ya que la calidad y cantidad de los óvulos empieza a caer demasiado a partir de esa edad. Eso no significa que no se pueda congelar luego de esa edad, aunque hay que ser consciente de las posibilidades en cada caso y de como ellas se reducen con el transcurso del tiempo. Las mujeres nacemos con el numero de óvulos que destinados a ovular durante toda la vida; y a medida que crecemos los vamos gastando y a su vez van envejeciendo. Una mujer con más edad va necesitar más cantidad de óvulos para obtener el mismo resultado que una mas joven. 

Los óvulos pueden permanecer congelados indefinidamente, sin que el tiempo afecte a su calidad. Se pueden mantener el tiempo que sea necesario. En caso de no usarse, al ser una célula pueden descartarse sin conflicto ético ni legal. O pueden ser donados a otras personas que los necesiten; siempre y cuanto el paciente  acceda a estudiarse y ofrecerse como donante. Sin embargo, cada país tiene su propia regulación sobre cuánto tiempo puede permanecer congelado un óvulo, siendo que en Argentina no hay plazos establecidos. 

“El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido. Estamos permanentemente disponibles, siempre en el puesto de trabajo”. Zygmunt Bauman.

A veces lo que planificamos no sale como deseamos ¿Cuál es tu próxima meta?

Para terminar puedo afirmar eso, nada esta bajo nuestro control, la mayoría de las cosas no salen como soñamos, la vida te va llevando por lugares que creíamos nunca íbamos a transitar y nos desafía a diario. 

Mi próxima meta es repetir el procedimiento de vitrificación, pues como ya conté solo logré congelar dos ovocitos y quiero aumentar las posibilidades de lograr ser mamá el día de mañana. Otra meta es poder seguir viralizando mi historia, acompañar y concientizar a otras mujeres sobre este proceso. 

Puedo confesar que aun no he decidido de que forma utilizar esos ovocitos congelados, ya que si bien sigo soñando con lograr la maternidad en pareja también tomé consciencia de que existen otras posibilidades para realizar ese deseo, como tenerlo sola con un donante de esperma anónimo y formar una familia mono parental.

Ese camino aun es incierto y tengo muchas cuestiones personales que trabajar para evaluar las opciones. Pero si estoy segura de que tome la mejor decisión, que conocí a una Carolina con mucha fortaleza, valentía y mucho amor para dar; que madure y aprendí gracias a este proceso. 

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2 Comments

  1. La adopción es otra alternativa. Lleno de amor. Todo es dificil como explican en el artículo.
    el arte siempre ayuda.

  2. Excelente nota muy interesante, la maternidad y los mandatos sociales dónde manda el patriarcado. Felicitaciones Vale y revista Meta 📝🤓

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