Luana Hervier: Elegir lo natural

Luana Hervier es Coach en Nutrición y estilo de vida. Profesora internacional de Yoga y de Educación Física. Conductora en wellness en Radio y TV. Fundadora de One Yoga Foundation con base en Miami. Es embajadora en Argentina para la marca Reebok.

Una tarde Luana nos abre las puertas de su hogar, un hermoso lugar con muy linda energía, dónde también da sus clases de Yoga. Acompañada por Mishu, una cariñosa gatita.

Entrevista: Mauro Busquet

¿Cómo te iniciaste en el mundo del cuidado del cuerpo y la mente?

En séptimo grado, a los 12 años me hizo un click, quería comer lo que es saludable, dije no a las golosinas, no al pan, no a la Fanta Naranja – que me encantaba -, sí a sentirme muy bien. Siempre tuve un bichito de sentirme al 100 por ciento, sentía que me destacaba ante los demás, energéticamente, tenía más energía, ganas; y cuando más veía la repercusión de esto, más lo quería. Cuando era chica siempre sentía que si yo sonreía, la otra persona también me sonreía. Siempre me mandaban a pedir cosas, “anda vos Lu”, y hasta el día de hoy es así. Desde ahí empecé a trabajar lo que yo doy, porque lo que yo doy, lo recibo energéticamente.

¿Qué lugar ocupaba la actividad física en tu vida?

En el secundario hacía actividad física a consciencia, me fascinaban las clases y estudiaba todos los músculos; me alucinaba el cuerpo humano. Tenía muchas ganas de estar cada vez mejor y de ayudar a los demás, de servir.

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¿Cómo te informabas?

Iba a un restaurant vegetariano por Palermo, sola, no tenía referente. Leía libros, no había google, ni internet, tuve que ir descubriendo mi verdad. Mi abuela siempre cocinó todo casero. En ese momento lo saludable era lo “light”, era la información que nos llegaba. Entonces le decía a la abuela que iba a hacerme las milanesas con queso derretido en microondas, que era más “saludable”. En la cocina de mi abuela aprendí mucho, cómo y qué comprar, cómo poner la mesa, hacer repulgues, y lo más importante: el amor en la cocina.

¿Te sentías sapo de otro pozo?

Sentía que tenía un tesoro, mi mundo interior, no me interesaba ser como el otro. Cuando terminé el secundario me enfrente a la decisión de qué estudiar. Estaba entre estudiar técnicas de gimnasia o zoología, pero cuando tomé un curso de un día en el zoológico me di cuenta que eso no era lo que quería, me gustaban los animales pero no de esa forma. Educación especial me encantaba, una profesora espectacular de natación me dijo que podía estudiar educación física con la especialización en discapacidad, y me convencí que era eso. Entré al profesorado de educación física y lo que más me interesaba era la anatomía, fisiología  y materias como filosofía y ética, cuando a los demás lo que les interesaba eran las de deportes como el Handball.

Luego vinieron los viajes…

LH_1bSi, luego de un viaje a Israel me di cuenta que lo que quería era viajar, y con el profesorado de educación física tenía el “chip” puesto de que no ganaría mucho dinero, todo esto alimentado por el entorno. Siempre sentí que las cosas no eran como me decían. En el profesorado salió una beca para ir a estudiar a Dinamarca, y gracias a estudiar Inglés desde los 13 años, por iniciativa propia, pude ganar la beca. Allí éramos 150 personas de 15 países distintos. Lo que más disfrutaba era relacionarme con esos mundos, tomar mate con el japonés y la chica de Eslovaquia.

Me di cuenta, a través de un taller de Yoga, que lo que me interesaba era el movimiento, con una finalidad, compartir valores humanos a través del movimiento. Lo que me encantó es que me podía conocer a mí, a través de cómo me movía. Y la clase de Yoga te permite decir mucho más.

A partir de ahí trabajé en México asesorando a un hotel, para armar el spa y gimnasio. Después me fui a vivir a Miami, donde empezamos a dar clases de Yoga con un profe amigo en un parque, a cambio de donaciones de las personas, las cuales derivábamos a una fundación. Mi amigo se fue a la India y continué por mi cuenta. En Miami sentí que quería enseñar Yoga para ciegos. Encontré un profe, y comencé como voluntaria y luego directamente con clases. A medida que íbamos aumentando las clases en el parque, tuve que hacer una fundación, sin saber cómo llevarlo a cabo, lo terminé logrando. Tenía 23 años. Con las donaciones hacíamos programas a gente con capacidades especiales.

Después de esto mi papá se enfermó de cáncer, me tocó mucho, y tomé consciencia de su forma de alimentación y emociones; cómo todo esto influía.

¿Y cómo viviste ese momento?

En ese momento leí un libro llamado “el cáncer como mensaje”. Pude informarme y ver esta enfermedad de otra manera. Ahora estoy dentro de un grupo y el 18 de Junio damos una charla que se llama “el mensaje del cáncer”, para que la gente pueda conocerlo, abrazarlo y comprender lo que el cuerpo nos quiere decir.

Mi mirada sobre la enfermedad, es que ésta es un llamado bastante fuerte, luego de muchos otros llamados anteriores. La fundamental es escuchar al cuerpo. Y si nuestro cuerpo nos duele o nos molesta, no podemos pensar en nuestros sueños y proyectos.

Ante la situación de mi papa, tuve la necesidad de estudiar nutrición, pero no la tradicional, porque no creía en ella, entonces fui a estudiar a una escuela en Estados Unidos de nutrición holística, que tiene en cuenta al todo el ser humano. No sos sólo lo que comes, sino tus relaciones, lo que haces con tu cuerpo, lo que pensás, cómo te sentís con tu trabajo, si te tenés a vos mismo espiritualmente, porque si no te tenés probablemente te llenes con comida.

Con este estudio, tuve que probar muchos tipos de alimentación, desde crudiveganismo, grasas animales; todo para que el cuerpo diga qué le hace bien y que no, más allá de los pensamientos o ideas anteriores. Y mi madre, como no tenía tiempo, se compró un libro de cocina al microondas, por lo que cocinaba todo ahí. Entonces yo soy como un mix de las dos, cocina saludable para gente sin tiempo, eso es lo que comparto.

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Se viene un libro…

Sí, ahora voy a sacar un libro de esto. Para poder transmitir lo que es comida de verdad, y que sea una ofrenda para el cuerpo, lo que realmente nos nutre, establecer una nueva relación con el alimento. Ser consciente que el cuerpo es sagrado, nuestro templo, y se banca muchas cosas; y siempre está a nuestro favor. De esto depende lo que vas a pensar, lo que vas a decir, como va a lucir tu piel, como vas a estar con el mundo, como vas a vibrar, lo que vas a transmitir. Uno siente cuando alguien tiene buena onda, y el lenguaje corporal transmite mucho más que las palabras.

Cuanto más alimentas al cuerpo de lo natural, que es cualquier cosa que no haya sido tocada por el ser humano, el cuerpo lo recibe como hermano. De esta manera gasta mucha menos energía, porque ese alimento es conocido, es hermano. De lo contrario si metemos cosas que son desconocidas para este cuerpo, gastamos toda nuestra energía en procesar estos alimentos, que desconoce tiene que decodificar que tomar y qué no, es un proceso muy largo que demanda mucha energía. Para esto también sirven los ayunos, para darle un tiempo al cuerpo de parar la máquina, limpiar para volver a arrancar.

Otra cosa muy interesante es la limpieza de órganos, si limpiamos nuestro hígado seguramente ya no nos enojemos, si limpiamos nuestros intestinos sacamos todo lo viejo, la caca que está ahí y hay que sacarla.

Mi papa era mecánico, fanático de los autos, y de su limpieza. Yo soy de la misma manera pero con el cuerpo humano. Para la limpieza de órganos trabajo con otros profesionales como psicólogos, porque son tan profundas que mueven emociones, toxicidad y muchas cosas. Son movimientos profundos.

La gente se acerca a vos y te pide consejos…

Mi trabajo se llama Coach en Nutrición y estilo de vida. La persona viene con lo que este atravesando y lo que quiera solucionar. No me dedico a patologías, pero no las atraigo; porque creo que cuando estás muy seguro de a quien querés ayudar, viene esa persona.

Mi objetivo es ayudar a las personas a brillar su mayor potencial, entonces suele venir gente que quiere mejorar la alimentación, o no tienen energía, insomnio, no le encuentran sentido a lo que están haciendo. A partir de ahí vemos la vida como una cancha de fútbol, yo soy como el DT. Entonces empezamos a ver todos los jugadores, y junto empezamos a ver cómo hay que mover todos esos jugadores, teniendo en cuenta que la persona no es sólo lo que come, sino también integramos el ejercicio, la cocina, la desintoxicación, el manejo del stress, la relación con sus vínculos y con la naturaleza; porque todo eso tiene que estar para que la persona vibre en su mayor potencial. Yo ayudo que ese estilo de vida encaje en la vida de cualquier persona, y como te da cada vez más energía te vas enganchando. El cambio tiene que ser gradual, porque sino no se vuelve un hábito. Creo en agregar y no quitar. En la medicina tradicional te suelen prohibir y eso genera resistencia. Tenemos que abrazar la situación y vamos agregando cosas que hacen bien; un agua con limón a la mañana, una pequeña caminata, y en dos semanas nos vemos y me cuentan cómo se sintieron.

Si alguien me dice que quiere bajar de peso, le pregunto porqué quiere bajar de peso. Y ahí me dicen que se sienten incómodas, que se agitan rápido, me da vergüenza, no me entra la ropa. Ok, querés bajar de peso para que tu cuerpo esté a tu disposición. Algo lindo es que después de tres encuentros se olvidan que querían bajar de peso y se dan cuenta que es más amplio que el ese simple hecho.

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¿Qué sentís con respecto al vegetarianismo, la relación con uno mismo, lo espiritual, los animales?

Fui 11 años vegetariana, hasta que choqué con mi auto una vaca. Había caído en una depresión. Cuando empezás a hacer este tipo de prácticas espirituales como el yoga sentís que necesitas alimentos con una energía más sutil, más liviana, que te permitan elevarte; y esos alimentos son las frutas, los vegetales, las semillas y los brotes. Todo lo que es de origen vegetal te eleva, como las hojas verdes que van hacia el sol. En cambio la energía de la carne es una energía mucho más densa, que va a los centros energéticos, a los chakras más bajos.

De la forma que te sentís también empezás a sentir, entonces cuando como un bife ya no veo un bife jugoso, sino que veo sangre de un animal muerto. Con el tiempo y la escuela de nutrición me di cuenta que no había una verdad, la única verdad era comer algo natural, no algo desnaturalizado. Si te vas a comer una vaca, comete una que haya comido pasto, no maíz transgénico, o le pongan hormonas y antibióticos para que no se enferme.

No creo en los extremos, alguna vez estuve ahí, pero hoy creo en natural. Si vivo cerca del mar me parece que está bueno comer pescado cada tanto, porque es natural. Hoy cuando me preguntan qué soy con respecto a la alimentación, digo que soy libre, teniendo en cuenta que la gasolina que le doy a mi cuerpo es en gran cantidad de buena calidad.

¿Una meta?

Me encantaría concretar un proyecto: crear un centro de muerte digna y amorosa para ancianos.

www.luanaliving.com

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