NETFLIX: Reseña de «Dear White People»


3/6/18


Por Guido Rusconi


Actualmente Netflix es la plataforma on demand más popular del mundo, y parte de ese éxito se tradujo en una cantidad enorme de producciones propias, ya sean películas o series. Por supuesto que, al ser tantas, hay un balance bastante equilibrado entre las que son buenas y las que no tanto. Afortunadamente, Dear white people pertenece a la primera categoría, habiendo estrenado a principios de mayo su anticipada segunda temporada, titulada “Volumen II”.

Originalmente nacida como una película de igual nombre en el año 2014 (dirigida por Justin Simien), Dear white people trata acerca de la tumultuosa vida de la prestigiosa universidad norteamericana de Winchester, perteneciente a la Ivy League. Y más especificamente, a lo que sucede puertas adentro de una de sus residencias, Anderson-Parker, la cual es poblada en su mayoría por estudiantes afroamericanos.

Dentro de la serie, el nombre deriva de un programa radial que conduce Samantha White, una de las protagonistas de esta historia, quien en su espacio al aire habla directamente con la gente blanca de su campus (y por lo tanto con los televidentes igualmente caucásicos) y señala a diario las hipocresías e injusticias a las que la gente de color está expuesta, tanto en el contexto universitario como en la sociedad en general.
La serie constituye un ejercicio interesante para analizar las diferencias raciales que aún existen en un Estados Unidos en plena gestión Trump, donde los avances en materia de derechos adquiridos para la comunidad negra durante la presidencia de Barack Obama cada vez se ven más lejanos. Los prejuicios y la violencia institucional contra los estudiantes de la casa Anderson-Parker a menudo son retratados de manera satírica, pero por momentos el realismo de ciertos comentarios tocan muy de cerca a cualquier comunidad que no pertenece a los cánones del hombre blanco de clase media-alta. Ahí es donde Dear white people brilla: en el manejo sutil entre la comedia y el drama, ya que no se detiene tanto en momentos solemnes y lacrimógenos y sirve como una voz de protesta, comprobando así que se puede hacer buen humor siendo políticamente correcto. Si bien la serie se desarrolla en un espacio elitista como el de una universidad de la Ivy League (mientras que shows como Atlanta tratan temáticas similares en contextos más marginales), bien logra demostrar que la desigualdad racial y de género se encuentra en todas partes.

La dirección de Justin Simien es pulcra y bien directa. Cada capítulo está centrado en el punto de vista de un personaje distinto como si se tratara de la serie de novelas de George R. R. Martin Canción de fuego y hielo, y durante la segunda temporada este personaje central siempre termina el episodio mirando a cámara. Esta elección estética puede resultar algo burda en un principio, y sin dudas lo es, pero es justamente la intención de Dear white people. Se busca enfrentar al espectador, hablarle cara a cara y transmitirle un mensaje, ya que la misma serie es conciente de que mucha de su audiencia pertenece a las clases que allí mismo tanto se critican y que a menudo recurren a los mismas acciones y pensamientos lavaculpas que los personajes blancos -un tanto caricaturizados, es cierto- para demostrar un progresismo acartonado. Pese a que por momentos la trama se pierde en historias secundarias de innecesario tono romántico, Dear white people sigue siendo una de las mejores ficciones que Netflix ha creado hasta el momento, y sus veinte capítulos se desarrollan con un ritmo fluido que no aburre y nos hace reflexionar sobre nuestros propios preconceptos, al mismo tiempo que nos otorga herramientas para desterrarlos de una vez por todas.


https://www.youtube.com/watch?v=oYKgHvPVACE

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1 Comment

  1. Muy buena recomendación! La gente ve siempre lo mismo en Netflix. Ojalá investiguen mejor. Hay cosas buenas para ver

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