TEATRO: Crítica de «JARDÍN DE OTOÑO»

Por Marcelo Cafferata


Pocos textos tienen la capacidad que tiene “JARDIN DE OTOÑO” de permanecer vigentes a través de los años y después de diversas versiones. El texto de Diana Raznovich, escrito y estrenado en 1985, sigue estando plenamente vigente y tiene la misma fuerza que en sus primeras representaciones, hace ya más de treinta años.

Raznovich, escritora y dramaturga en constante búsqueda de la expresión del universo femenino a través del humor, ha logrado poner en juego temas realmente angustiantes como la soledad y las represiones más internas que viven las protagonistas, en un tono de comedia que permite encontrar la risa pero también un espacio de reflexión, sin caer en el melodrama.

La obra ha tenido diferentes versiones (Tina Serrano y Ana María Caso, recientemente en una temporada en Córdoba con Tina Serrano y Monica Villa y la versión más cercana a la que propone ahora la directora es la de Carlos Perciavalle con Guillermo Gil, estrenada en el Café Molière en 2010) y en este caso, la directora Susana Toscano le da una nueva relectura al texto eligiendo retratar a estas dos solteronas (Griselda y Rosalía) con dos actores ocupando los roles protagónicos -que reemplazan a la puesta tradicional con actrices-.

Griselda alquila una habitación en la casa de Rosalía y ellas ya llevan varios años compartiendo juntas ese espacio. Un espacio donde la soledad parece ocuparlo todo y en donde la televisión es un elemento fundamental y excluyente para la vida de ambas. Todo ese clima de encierro y de opresión, encuentra su válvula de escape a la hora en que comienza la novela de la tarde, ese momento que ambas esperan ansiosamente, y que siguen fervientemente hace varios años sin deja de ver prácticamente ningún capítulo de las novelas en las que aparezca su actor favorito.

Ambas están perdidamente enamoradas del actor, sueñan con él y justamente es quien les permite abrir ese espacio de los deseos prohibidos y de esta forma, ellas siguen lo que sucede en la novela como si fuese parte de la vida real.

Ficción y realidad se confunden para ambas: ellas viven cada situación de las que atraviesa el protagonista en pantalla como si fuese la vida de alguien que conocen, parte de una “familia imaginaria” que necesitan para darle algún sentido a su existencia.

El romance entre el mecánico Marcelo (Alejandro Monetta) y la chica rica (en la fantástica voz de Laura Oliva) que obviamente es negado y rechazado por su padre (en la voz de Manuel Vicente) se construye como un cliché en sí mismo para dar rienda suelta a una propuesta que apuesta a la parodia y al relato más descabellado.

Un punto de inflexión fuerte en la vida de Griselda y Rosalía será cuando finalmente decidan llevar su deseo hasta las últimas consecuencias y secuestren al actor para que, en su propia casa, represente las escenas de la novela con la que ellas fantasean todas las tardes y pueda darles esos besos apasionados que le da a la protagonista.

El texto de Raznovich no deja de lado el humor en ningún momento pero a través de él, permite desarrollar un retrato implacable de la soledad, la represión y el encierro que habita en sus protagonistas.

Susana Toscano, en su puesta, apela en reiteradas ocasiones a los toques de comedia necesarios que puedan aliviar a Griselda y Rosalía del retrato patético y decadente. Por el contrario, a través de su humor, construye dos criaturas queribles y les brinda una mirada piadosa, las humaniza.

En los roles protagónicos, Eduardo Grinbak compone con precisión a su Rosalía, ganando fuerza sobre todo en la segunda parte, una vez que la trama está instalada.

Griselda, en la piel de Ariel Tejada, con un excelente manejo del cuerpo y su cuidadosa composición teniendo en cuenta cada pequeño detalle, tiene a su cargo los momentos más desopilantes y los más emotivos de la obra.

Su Griselda es perfecta y Tejada tiene a su favor un excelente manejo del timing para la comedia y un registro vocal desopilante.

Cerrando el elenco, Alejandro Monetta en su rol del galán de la novela, no logra encontrar el punto justo sobre todo en aquellos momentos en los que la obra le exige un mayor dramatismo.

Otro gran punto a favor de esta puesta de “JARDIN DE OTOÑO” a cargo de Toscano es el diseño de escenografía de Lina Acevedo que construye perfectamente el living de esa casa algo quedada en el tiempo y el simpático vestuario realizado por la Cooperativa Abril.


JARDIN DE OTOÑO

De Diana Raznovich
Dirección: Susana Toscano
Elenco: Eduardo GRINBAK, Ariel TEJADA y Alejandro MONETTA
Diseño de Iluminación: Gonzalo CALCAGNO
Diseño de Escenografía: Lina ACEVEDO
Diseño de Vestuario: Cooperativa Abril
Asistente de Dirección: Fernanda BIGNOTTI

EL METODO KAIROS – El Salvador 4530 – Sábados 18.00hs

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