CINE: Crítica de “¿DÓNDE ESTÁS BERNADETTE?” – No se suma como amiga americana.

Por Lucas Manuel Rodriguez


Este film, basado de la novela de Maria Semple, es el primero que une los talentos de Cate Blanchett y Richard Linklater. Con estreno programado para 2018, fue filmada a mediados de 2017 en la ciudad de Seattle y el continente antártico, y recién comenzó a exhibirse el pasado agosto en países angloparlanes. Cuenta también con la participación de Kristen Wiig, Billy Crudup, Lawrence Fishburne y la posible celebridad emergente que es Emma Nelson.

Bernadette Fox (Blanchett) es una arquitecta, con un prestigio venido a menos, a la que le cuesta identificarse con cualquier ser humano que no sea su hija (Nelson), tampoco puede lidiar con los diseños de su más reciente propiedad, y su ingenio y perspicacia van a contrapelo de los avances electrónicos en tecnologías de información y comunicación: esas mismas con las que su esposo (Crudup) se gana la vida y la atención casi absoluta de la opinión pública. Ya avanzada la trama -y como de alguna manera lo pronostica su título-, Bernadette tomará distancia de todos sus círculos sociales para ingerir nuevas inspiraciones a favor de su paz interior y el devenir de su obra anteriormente estancada.

Son muy conocidas las historias sobre los artistas que se hacen pasar por muertos con el motivo de aumentar el valor de sus obras. Desde ‘El Amigo Americano’ (1977) de Wim Wenders, hasta -sin ir más lejos geográfica y temporalmente- ‘Mi Obra Maestra’ (2018) de Gastón Duprat. Sin embargo, lo nuevo de Linklater toma impulso por otros rumbos. Incluso se diferencia de las películas más reminiscentes a su semblante artístico; hablamos, por supuesto, de casos como ‘Dazed and Confused’ (1993), la trilogía protagonizada por Ethan Hawke y Julie Delpy (1995-2013) y ‘Boyhood’ (2014). O al menos en términos estructurales.

Aquello no anula el rasgo contemplativo de ‘¿Dónde estás, Bernadette?’ en absoluto. Cada rincón de cada escenario interno es presentado desde múltiples ángulos con una destreza envidiable, en específico porque difícilmente se pueda percibir alguna falencia técnica tópica –como saltos de eje-, considerando lo que se auto propusieron los realizadores: el director de fotografía Shane F. Kelly, por inicio. Esto acompañado de su fluidez narrativa, que brinda espacio a intrigas y reconstrucciones de vínculos que se toman su tiempo en ser esclarecidos.

Desde las actuaciones, cada integrante tiene su momento de discernimiento cuidadoso. De Cate Blanchett es imposible esperar una labor mediocre, así como tampoco se da por sentado su lucidez en esta oportunidad, balanceando comicidad y cinismo trágico de manera intacta; Wiig confronta muy buenas circunstancias de claroscuros con la protagonista principal; Crudup acompaña, como sucede últimamente en sus roles, pero dispone también de un arco argumental muy orgánico; Fishburne patea un centro en una escena espejada a las entrevistas paralelas de ‘Annie Hall’ (1977); y Emma Nelson se encarga de la indemne voz que narra la trama y, concomitantemente, se convierte en el espíritu del Coming-Of-Age “linklateriano”.

Muchos la tomaran como un trabajo minúsculo en la filmografía del autor cinematográfico, de hecho viene ocurriendo desde agosto. Efectivamente, compone una narrativa que aparenta estancamiento con respecto a lo que Richard Linklater nos tiene acostumbrados. De a ratos se niega en aplicar el modo “hang out” tan propio de él y no es la primera vez que lo hace, pero conforme pasa el tiempo luego de un primer visionado, las pinceladas se aprecian con más ímpetu siempre que le convidemos un intervalo en sintonía con nuestra curiosidad.

8 de 10


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