Por Damián Aspeleiter
Drácula, la novela de Bram Stoker, tiene dos pasajes que se pueden contar de forma independiente de la historia principal del conde y de su devenir como nosferatu, esos dos pasajes son el prefacio que nos cuenta la historia de un viajero que se dirige a la aldea del conde y es atacado por criaturas de la noche; y el otro pasaje es el capítulo siete que nos trae la historia del naufragio del Deméter desde el punto de vista del capitán.
‘Drácula, mar de sangre’ (The Last Voyage of the Demeter) nos cuenta lo narrado en la bitácora del capitán de dicho navío. Cómo ya se sabe de ante mano el Deméter llegó a las costas de Whitby solo con el cuerpo de capitán atado al timón y sin tripulantes ya que estos fueron muriendo a lo largo del viaje. La primera escena de la película es un enorme foreshadowing de lo que nos depara la trama y eso es lo más interesante de la trama ya que conociendo el final lo mas importante es conocer el camino trazado por los personajes para llegar ahí. Por otro lado, el conocer el final nos permite interesarnos en los personajes y empatizar con los mismos.
En Drácula, mar de sangre la historia se va construyendo de a poco pero no ahorra en crueldad para con sus personajes ya que no intenta en ningún momento humanizar al monstruo, al mejor estilo de los relatos góticos no encontramos en una sola locación en la cuál un mal acecha en la oscuridad y a pesar de no ser vista por sus víctimas es omnipresente.
La historia si bien es cruel y no ahorra en gore se siente lenta, como estirada al promediar la película lo que termina licuando la violencia y el terror generado en la primera parte de la historia. Debo decir que la película a pesar de esta lentitud en algunos pasajes logra generar un clima opresivo y de horror bastante efectivo que sobrepasa a las pocas escenas de sobresalto que va generando, es decir si bien la película tiene sobresaltos no son la única herramienta que utiliza y su efectividad tiene más que ver con el clima creado con la narración.
Los efectos visuales y la música son elementos importantes y bien utilizados, el monstruo que es mostrado muy poco cumple muy bien con su cometido de generar terror y de ser intimidante. La poca exposición del villano genera cierto suspenso que es propio del género gótico y recuerda la utilización del monstruo en Alien, aunque no está de más aclarar que la película de Øvredal está muy lejos de la obra de Ridley Scott.
La aventura que nos cuenta Øvredal se sitúa en 1897 cuando el barco de origen ruso Deméter parte desde el puerto de Varna con destino a Inglaterra capitaneado por el capitán Eliot (Liam Cunningham, quien permite abordar al médico Clemens (Corey Hawkins), un hombre brillante que luego de doctorarse en Cambridge debe migrar al este de Europa ya que por cuestiones raciales es discriminado en su país. El peso de la historia recae en los personajes de Hawkins y el de, Wojchek el primer oficial del navío (David Datsmalchiam) y en Anna (Aisling francoisi) una polizona que guarda relación con el monstruo. Esta es una película en la que el argumento es tan sencillo que toda la tensión descansa en las decisiones de los personajes, que a veces son desacertadas o incoherentes.
Si bien lo bueno de la película es el foreshadowing que nos deja la historia en manos de los personajes debemos aclarar que la película falla en la construcción de los mismos ya que carecen de profundidad o motivaciones, la gran pregunta es ¿hacen falta estos detalles sobre los personajes cuando la verdadera motivación es sobrevivir al ataque de un monstruo? Tal vez la respuesta es no, no hacen falta, pero ante la lentitud y los agujeros que muestra el guion por momentos los hacen necesarios para completar un relato de una historia ya conocida.
El director noruego André Øvredal, (Scary stories to tell in the dark, 2019) toma el riesgo de adaptar a la gran pantalla un capítulo del libro y convertirlo en una historia sólida y bien construida, lo cual por momentos logra ya que se apoya en los personajes y no solo en el ritmo o los efectos visuales o de sonido, el apartado técnico de la película es lo más destacable.
Drácula: mar de sangre es una película correcta que por momentos parece de andar cansino pero efectiva a la hora de presentarnos una historia bien construida, con fallos, pero entretenida.
7 de 10