CINE: Reseña de: ‘Where the crawdads sing’

Extraña por naturaleza


Por Eloy Rossen Arce

La reconocida novela de Delia Owens llega al cine con la dirección de Olivia Newman y la interpretación protagónica de Daisy Edgar-Jones en La chica salvaje (Where the crawdads sing, 2022), una producción de Reese Witherspoon que trae muchas expectativas para la gran pantalla.

En una apuesta por estrenar desde el cine y no vía streaming, Reese Witherspoon (actriz conocida por sus últimos trabajos en las series Big Little Lies y Little Fires Everywhere) propone traer al cine la novela de la estadounidense Delia Owens Where the crawdads sing, la cual llegó al top de The New York Times Best Sellers de 2019 y de 2020. El proyecto, con su canción oficial escrita e interpretada por Taylor Switft, tiene como protagonista a la joven actriz Daisy Edgar-Jones (reconocida por su trabajo en la serie irlandesa Normal People), quien interpreta a Kya, una chica que vive en las marismas de Carolina del Norte, cerca de una ciudad costera. Exiliada por el resto del pueblo, la “chica salvaje” se encuentra acusada en medio de una investigación por homicidio, donde ella es la principal sospechosa. Trabajando con el abuso intrafamiliar, el medio ambiente y la figura del extranjero, el trhriller policial desencarna la pregunta por lo propio, lo ajeno y la violencia alrededor de ello. 

La película toma lugar en los pantanos de Carolina del Norte, donde la fauna parece volverse coprotagonista de la historia de Kya (interpretada por Daisy Edgar-Jones): la más pequeña de una familia donde el padre abusivo fuerza a cada integrante del clan a abandonar su casa. Cuando es por último su padre mismo quien desaparece, Kya se ve sola en el medio de la profunda naturaleza, encontrando refugio en las aves, las plantas y las caracolas. En ese vínculo íntimo que desarrolla con la fauna y flora, la gente del pueblo próximo empieza a observarla como ajena, como extraña. Excluida de la posibilidad de ir a la escuela, por motivo de burlas y acosos, se exilia en el fondo de la marisma, que parece ser el único espacio donde sus conocimientos tienen funcionalidad, donde su emoción tiene lugar y su opinión posee valor. Se podría leer la película como un aporte a la consciencia del cuidado del medioambiente, pero La chica salvaje trabaja su metraje con un concepto todavía más complejo: la naturaleza no tiene oscuridad. Todo gira alrededor de la presa y el depredador; la lucha por la supervivencia. Fuera de un discurso solemne, la figura de la víctima aparece retratada de manera innovadora, saliendo del cliché de la mujer reclusiva e indefensa y proponiendo una lectura más cruda. 

Pocas personas sienten empatía por Kya, excepto Tate (interpretado por Taylor John Smith), el hijo de un pescador que la conoce de niño y la ayuda a leer y a escribir. Años después, con el descubrimiento del cuerpo de Chase Andrews (interpretado por Harris Dickinson), misteriosamente asesinado en la marisma, se la acusa como única sospechosa. Es en ese momento cuando la película toma un tinte más sombrío todavía, ahondando en una dicotomía propia entre la civilización y la barbarie. Mientras que Kya se ve inmersa en una situación abusiva y violenta, en la marisma comienzan a aparecer hombres que toman fotos, escriben informes y realizan registros. Muchos sospechan que son compradores que pretenden edificar sobre la zona pantanosa, secando por completo la región. De alguna manera, la comunidad que viene a atacar el mundo de Kya trae consigo los valores del progreso, la familia y el poder, identificándose tanto en el empresario de la constructora como en el mariscal estrella del pueblo. Difícil es alejar estos escenarios de la propia realidad, y por eso es que La chica salvaje vuelve a traer a colación la problemática entre el medio ambiente y la productividad, entre la afectividad y la posesión, entre el cuidado y el desprecio. Las lógicas que se ven cruzadas a lo largo del largometraje traen consigo severas dudas acerca de nuestro propio contexto, más allá de que su escenario se remonte a lo lejano de un pantano en el medio de Carolina del Norte. 

La actuación de Daisy Edgar-Jones no tiene comparación alguna; desde su éxito en la serie Normal People, que retrata la relación entre dos amantes a lo largo de su juventud, la actriz no ha cesado de sorprender a la audiencia. En La chica salvaje, encarnando la animalidad de una niña refugiada en la naturaleza, la precisión de su interpretación conmueve hasta la fibra y permite entrever el abanico de registros que comprende en su trabajo actoral. Asimismo, tiene un elenco afilado que la acompaña en su interpretación, destacando el rol de David Strathairn (que ha trabajado en películas como Nightmare Alley y Darkest Hour) como abogado defensor, quien se luce frente a la cámara. 

La chica salvaje es un thriller policial que promete atraer gente a las salas de cine, subrayando la actuación de nuevos y jóvenes hallazgos, además del intrincado relato que se propone contar. Tomando la palabra en relación con el abuso intrafamiliar y la violencia hacia lo distinto, la película cruza estos tópicos para discutir sobre nuestro propio vínculo con la naturaleza y con la forma de relacionarnos entre nosotros. Sin dudas La chica salvaje es una propuesta que no hay que perder de vista, porque más que un thriller policial, roza los límites hacia una película retorcidamente psicológica.    

7 de 10

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