MÚSICA: Reseña de «When We All Fall Asleep, Where Do We Go?» de BILLIE EILISH

Por Fer Casals

Calificada como un acto pop adolescente, confinar a Billie Eilish a un par de estilos de música no le haría justicia a sus intenciones, Eilish desafía cualquier tipo de etiqueta o categorización con su uso transitorio y en retazos de varios géneros. Lo primero que sorprende felizmente de su música es que sea una contradicción andante, su eclecticidad natural mantiene en estado de alerta al oyente (inclusive al casual). Eilish es un tipo diferente de superestrella teen, una mezcla de demonios exteriorizados, mala actitud, madurez y seguridad que fácilmente hacen olvidar que tiene solo 17 años.

Ella es, curiosamente, un fenómeno adolescente global a pesar de presentarse como la antítesis absoluta de lo que hoy está candente en la industria musical. Su primer disco, no podía ser menos disruptivo, a niveles que recuerdan la bisagra que fue «Nevermind» de Nirvana a principios de los noventa.

La historia es conocida, su álbum debut «When We All Fall Asleep, Where Do We Go?» fue escrito y producido con un solo colaborador, su hermano Finneas O’Connell en la intimidad de su habitación, sin representantes, sin genios del marketing ni asesores de imagen. El resultado (como no podía ser de otra manera) es oscuro, impredecible y sobre todo, excitante.

«When We All Fall Asleep …» es un álbum que cambió las reglas del juego, simplemente por hacer algo que nadie está haciendo (ni siquiera lo intentan) desde lo artístico, y además desde lo técnico va a contramano de la sonoridad de la música actual donde la tendencia desde el auge de la música digital es que las canciones suenen, literalmente, con más volumen, pensando en capturar la atención del oyente y abusando de lo que los archivos digitales permiten.

En ese proceso se fueron perdiendo las sutilezas sonoras (altos y bajos, para ponerlo en términos que todos puedan entender) que le daban a una composición una sensación de intimidad que en el caso de Eilish viene de la mano de la producción y su forma de cantar. Este disco nos recuerda que el silencio es parte de la música.

Esta oda a las criaturas que acechan debajo de la cama es una colección ansiosa y escalofriante de canciones que son a la vez espeluznantes e innegablemente humanas. «xanny» explota cuando los ritmos amortiguados se encuentran con una desganada percusión y un piano que parpadea en contraste con la voz de Billie. «wish you were gay» es más acerca de la frustración de la lujuria adolescente que del deseo de cambiar la orientación sexual de alguien.

En la inquietante «you should see me in a crown», el monstruo tiene la vista puesta en la dominación mundial. Mientras que la pequeña «ilomilo» encuentra al demonio internalizado en un lugar de contemplación. En «all the good girls go to hell» la distorsionada voz de Billie susurra el anodino gancho infernal. Eilish se mueve sin esfuerzo entre la metáfora religiosa y las relaciones conflictivas. Si este es el «Nevermind» de la generación centennial «bad boy» es el «Smell like teen spirit» del disco, Billie en modo sádico, harta y antagonista.



¿Es Billie Eilish pop? ¿rock? ¿hip-hop? ¿Acaso importa? Algunos artistas desafían las descripciones. O, al menos, sus inspiraciones, métodos y expresiones son a menudo tan asombrosos, que es inútil tratar de etiquetar cómo realmente suenan. Es que una vez que intentas describir por qué algo es tan bueno, de inmediato se convierte en una tarea imposible que no le hace justicia a nadie.

Este álbum es, afortunadamente, un esfuerzo notable de una artista cuyo sonido corre el peligro de ser tapado por la publicidad y el hype que lo rodea. La realidad es que el disco excede la hipérbole de los medios de comunicación y la histeria a que nos tienen acostumbrados las redes sociales.

La sensación de un estudio de grabación en una habitación está en todo el álbum. Cuando hay un algo cercano a lo bombástico, pronto se ignora en favor del ambiente lúdico y divertido de este laboratorio amateur de Billie y su hermano Finneas. «my strange addiction», es lo más cercano que Billie ha llegado a escribir una canción pop convencional y se entremezcla de manera natural con los soundbites de un episodio de The Office versión Steve Carell.

A medida que las 14 canciones se reproducen, ese «sonido» esquivo e indefinible comienza a mostrar su estilo própio y único, subrayando un aspecto que no necesitaba más desarrollo y que conocimos en sus singles anteriores: las letras «clever». Cada canción está cargada de ideas, desde las más profundas hasta la más lúdicas.

«When We All Fall Asleep, Where Do We Go?» es un álbum que se mueve con un propósito y sabe cuándo molestar al oyente o agarrarlo por el cuello y arrastrarlo a su mundo. En este sentido las tres últimas canciones, «listen before I go», «I love you» y «goodbye», proporcionan un final melancólico que renueva el interés y la sorpresa. Una obra así, sumerge a los oyentes en su mezcla distintiva de sonidos, armonías intensas, e inflexiones extremas.

Este registro es una presencia compleja, hechizante y oscura, con varios giros impresionantes, que te llevan en un viaje a través de una mente oscura y angustiada de una artista antes que de una adolescente más.

¿Entonces, es este disco un nuevo clásico? En principio cumple todos los requisitos para un álbum debut memorable que cambia las reglas del juego. Algo que no es poco. Es un primer paso valiente y rotundo para una artista con potencial indefinido y que durante la próxima década, sin duda verá a la música pop intentar replicar lo que hace este álbum en todos los niveles.

Capturar las esperanzas, los temores y las vulnerabilidades de toda una generación no es tarea fácil. El genio de este registro es en gran medida su narración no afectada. Un abrazo tranquilizador que te hace saber que no estás solo. La respuesta inteligente de una adolescente al mundo que se derrumba a su alrededor. Billie Eilish es el escudo detrás de lo extraño, lo inadaptado, lo incomprendido y ofrece una alternativa real a la sobresaturación de las estrellas del pop actuales. Sin el menor esfuerzo, casi sin importarle, Eilish rompió artísticamente el mainstream y puso una cuña en el negocio de la música.

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