MÚSICA: Ya nadie cantara como Chris Cornell

Por Nicolás Granato

Es inmenso el vacío que genera la muerte de ese cantante que acompañó tu vida. Su voz ha expresado tus penas más profundas y los recuerdos alegres más memorables. Por eso, cuando su vida acaba, es correcto decir “Ya nadie va a cantar como vos”. Ese fue el nombre elegido para el nuevo disco póstumo de Chris Cornell: «No one sings like you anymore». Lanzado bajo Universal Music y producido por Brendan O´Brien (Soundgarden, Audioslave, Pearl Jam, Aerosmith), este trabajo de 36 minutos consta de 10 covers que el músico grabó antes de su triste y decidida partida hacia el otro mundo. Es el segundo álbum lanzado después de su muerte, pero el primero donde todos los temas son nuevos (el anterior era una recopilación de grandes éxitos con solo una canción original). Tampoco será el último ya que su mujer, Vicky Cornell, anunció que más adelante se lanzará material inédito de Soundgarden para honrar a su esposo, y también por la rentabilidad que le genera.

Para los fans del músico este álbum tiene un valor doble, por un lado pueden escuchar una decena de canciones nuevas de él. Mientras que por otro, nos acerca a sus influencias, saber que música le gustaba. El título, extraído del clásico Black Hole Sun, es más que acertado con respecto a lo que uno puede apreciar de él. Así como en discos póstumos de Hendrix, uno iría especialmente para escuchar sus guitarras, el instrumento que uno espera oír de Chris Cornell son sus cuerdas vocales. Lo que uno más destaca de él en general, y en el álbum particularmente, es su voz tan poderosa y versátil.

En segundo plano, vamos a escuchar una guitarra acústica durante todo el recorrido. En cuanto la música, no es mala pero tampoco sorprende. Una buena elección fue la de variar entre clásicos y no tanto, aunque carecen de “vueltas de rosca”, no le agrega demasiado. Como no sabemos si fue un trabajo totalmente terminado, es difícil comprobar si el disco se hubiese publicado así estando el músico con vida. Por eso me parece injusto compararlo con su últimos álbum. Pero me pareció que podemos ir recorriendo este álbum y ver la relación de cada canción con su versión original.

Get it while you can de Janis Joplin, fue el elegida como apertura. El blues del original dio paso a una base armada de sintetizadores pop preparando serenamente el camino para un estribillo que explota entre la guitarra criolla y alaridos. Con una canción de la reina voz del rock abre el disco que homenajea el talento vocal de Cornell, para demostrarnos que el artista está a la altura y el título justificado. Le sigue un una versión acortada Jump into the fire de Harry Nilson que termina siendo muy fiel a la original, sin aportarla nada más que una duración “radiable”. A continuación Sad sad city de Ghostland Observatory que era una canción muy electrónica y propia de los inicios de siglo y en este álbum hubo un interesante trabajo de modernizarlo jugando con guitarras y ritmos de una batería electrónica.

El siguiente tema ya lo habíamos podido escuchar. La familia de Chris lo lanzó el día de su cumpleaños de forma sorpresiva Patience de Guns N’Roses. Pareciera ser más lenta que la original, si eso es posible. La distinciones elegidas fueron la eliminación del silbido característico que da inicio al tema, la adhesión de la batería electrónica y la voz grave de Chris que contrasta con los agudos manejados por Axl Rose. Mientras, la guitarra acústica se mantiene como el instrumento estrella de esta balada. Nothing compares 2 U es la verdadera joya de todo el álbum. La viola logra acompañar la tristeza durante toda la primer parte, y luego se le agregan otras cuerdas sumar lograr al clima de desolación. Una buen intento para innovar en una canción difícil si se quiere destacar de sus otras dos versiones icónicas como lo son la de Prince y Sinead O’Connor.

Lennon también es elegido para ser reversionado con Watching the wheels. La misma guitarra que se oye desde el principio y la batería electrónica que ha aparecido ocasionalmente reemplazan al piano característico de esta canción. Le queda muy bien ese cambio, pero me hace preguntar si ese instrumento faltante no podría haber estado en algunas de las baladas anteriores y así darle más diversidad sonora al álbum. You don’t know nothing about love de Carl Hall ya no suena como un soul sensual, pero mantiene los vientos que le da una frescura necesaria para este momento del disco. Además la canción permite desplegar la voz de Chris en su máximo esplendor. En ese sentido, uno de los mejores momentos. Showdown de Jeff Lynne tuvo algunos cambios sonoros, pero conserva ese espíritu de rock progresivo de los setenta, es el tema donde más se jugó con los instrumentos.

Llegando al final tenemos a To be treated rite de Terry Reid. Es muy fiel en cuanto a la sensación de melancolía que transmite. Chris, sabemos, es experto en cantar estos temas. La música que al principio parece igual (con la salvedad de la falta de armónica) desde la segunda estrofa muestra una aparición de violines que aporta a esa sentir de la letra. Para cerrar fue elegido Stay with me baby, es una canción de Lorraine Ellison que ya conocimos en boca de Cornell por formar parte del soundtrack en la serie Vinyl de HBO. La música es muy fiel a la original: un soul poderoso. La canción lleva a pensar en la existencia de un ser fantástico: una versión masculina de Janis Joplin. Tal vez no hubo ni habrá, pero lo más cerca de ello fue Chris Cornell. Este tema lo canta de manera muy similar a como lo hacía “La bruja cósmica” en los sesenta. Y ese cierre le da una redondez al álbum: empieza reversionando a Janis Joplin, termina imitándola.

Si bien no es un disco melancólico en su totalidad, las canciones elegidas no son alegres ni las acompañan melodías en esa línea. Pero cada versión es linda al oído, si bien no tiene grandes giros, no llega a aburrir y genera un clima agradable. Y su punto más fuerte es la voz de Chris Cornell que al escucharla nuevamente nos invita a pensar que si bien nadie va a cantar como él, mientras sea rentable nos darán material nuevo para deleitarnos.