CINE: Crítica de «MONOS»

Por Marcelo Cafferata


Después de haber sido presentada en el Junket de prensa donde REVISTA META estuvo presente (ver AQUI) finalmente se estrena “MONOS” una historia basada en un grupo de adolescentes, pertenecientes a un grupo armado en un territorio que no tiene ninguna marca ni geográfica ni temporal, pero que representa a la realidad de la Colombia actual, atravesada por más de medio siglo de conflicto armado y de donde proviene su director, Alejandro Landes (director de “Cocalero” entre otros trabajos).

La película, a priori, genera interés dado que ha formado parte de la Competencia Internacional en la edición de BAFICI de este año y tiene una importante trayectoria en diversos festivales internacionales como Berlín, Londres, San Sebastián, en donde ha cosechado gran cantidad de premios (ha sido Premio Especial del Jurado en Sundance) y fue pre seleccionada por Colombia para representar a ese país en los Premios Goya y en los Premios Oscar.

Este grupo de adolescentes que protagoniza el filme, tiene como misión cuidar de prisionera extranjera, papel a cargo de Julianne Nicholson (a quien hace poco vimos junto a Diego Peretti en “Iniciales SG”) y quedará claro, a poco de comenzar la película, que tanto por las particulares del grupo como por las características de la mujer tomada como rehén, que se trata de un escalafón muy bajo dentro de la estructura de la guerrilla.
Cuando algo del plan que deben ejecutar, termine siendo fallido –sin ir más lejos el disparador es una vaca que dejan al cuidado del grupo-, veremos cómo el grupo comienza a fracturarse y se instale una situación de caos y violencia en el medio de la selva.

Landes retrata en ese pequeño grupo, en ese microcosmos, todo lo que podría articularse como reflexión a nivel de una sociedad: hay rituales, jerarquías, luchas de poder, juego de lealtades y traiciones, búsqueda de liderazgo, egos en juego, violencia y choque de personalidades: el planteo sobre los movimientos disfuncionales aún en grupos que pretenden pregonar de contar con otros objetivos y otras miradas, aparece presente y el individualismo emergente corroe cualquier estructura.

En este contexto, “MONOS” se construye no sólo como parte de una realidad política y social de la Colombia actual sino también, al mismo tiempo como una profunda metáfora, una alegoría del Sistema, un alegato contra la violencia que no solamente se vive en Colombia sino que atraviesa todo Latinoamérica.

Para contar este historia, Landes junto con Alexis Dos Santos, co-guionista del filme, conformaron ocho personajes bien diferenciados donde intencionalmente no han querido que ninguno de ellos se conforme como protagonista absoluto de la película sino, por el contrario, han trabajado la historia de forma tal que, a partir de la propuesta del guion, se le haya dado un sentido más coral al relato y una mirada más plural para los personajes (aunque quizás sea imposible no sentirse atraído por el personaje de Rambo a cargo de Sofía Buenaventura, cuya historia es la encargada de abrir y cerrar el filme con una potencia impresionante).

Cada uno de los actores convocados –que pasaron por un complejo proceso de entrenamiento y casting para poder quedar seleccionados- tiene su propio carácter, sus fortalezas y sus debilidades, sus oscuridades y sus partes más nobles por lo que Landes no intenta poner rótulos de “buenos y malos” sino que sencillamente los muestra en acción y deja surgir naturalmente el juego y el movimiento que dentro de un grupo, despierta las contradicciones y las pulsiones absolutamente inherentes a la condición humana, más allá de estar potenciada por una territorialidad en particular.

Como en toda dinámica de grupo, los personajes de “MONOS” se verán modificados en la medida en que ciertos hechos alteren la estructura de poder y cambie el mando del liderazgo que irá redefiniendo los vínculos entre los personajes y eso va enriqueciendo lo que la película pretende mostrar, dialogando permanentemente entre la alegoría, la situación sociopolítica actual y la narrativa de ficción que, en palabras del propio guionista, remite naturalmente y en forma casi directa a “El señor de las moscas” de William Golding.

La cámara de Landes es tan precisa como inquieta y el ritmo que logra es completamente vertiginoso, ayudado en gran parte por el excelente trabajo de montaje a cargo de Ted Guard y Santiago Oteghuy que va marcando el pulso sin dejar de lado el objetivo de un músculo narrativo tenso.

Más como una representación de la situación actual en toda América Latina que una película de suspenso y tensión, “MONOS” crea climas de verdadera asfixia, produciendo dentro de un ambiente selvático una verdadera trampa mortal para esos jóvenes que creen fervientemente en la militancia pero que olvidan algunos de sus valores ante la primera resquebrajadura. Con momentos de gran lucimiento visual en un marco completamente natural, finalmente llegará el contraste con la ciudad y la “civilización”, momento a cargo del espectador de empezar a construir y debatir con todos los elementos que Landes ha dejado minuciosamente desperdigados a lo largo de la película.

8 de 10


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