TEATRO: Crítica de "POR EL NOMBRE DEL PADRE"

Papá se fue de viaje

Libro y Dirección: Pepe Cibrián Campoy
★★★★☆☆☆☆☆☆

Por Marcelo Cafferata

Un matrimonio de más de treinta años debe enfrentarse a un duro momento en referencia a un tema médico. No solamente ambos deberán enfrentar ese punto de inflexión en sus vidas sino que también, en mayor o menor medida, deberán lidiar con la preocupación que presenten cada uno de sus hijos, frente a este tema.
“POR EL NOMBRE DEL PADRE” presenta en formato de comedia dramática, este momento de decisión tan particular que atraviesa la pareja y a medida que transcurra la obra, se irán presentando diferentes personajes que van completando el mundo de la pareja.

De esta manera, Viviana Saccone y Pepe Cibrián Campoy no solamente compondrán al matrimonio que es el centro de la narración sino que también podrán multiplicarse en sus propios padres o en sus propios hijos. Aparecerán, en diferentes momentos, los padres de ella, su hijo Marcelo que ha ido a China en una particular búsqueda espiritual, una hija que mantiene cierta tensión entre su padre y su pareja mientras intenta ganarse un lugar en el mundo del espectáculo y como nota de color, aparece el personaje de la encargada del edificio en donde vive la pareja.

Si bien “POR EL NOMBRE DEL PADRE” tiene todos los elementos para poder ser una comedia brillante y reflexiva a la vez, es evidente que no ha sido una buena decisión que tanto el libro como el rol protagónico como la dirección recaigan en manos de una sola persona.
El material y la idea de la que parten es interesante (aun cuando cualquiera que conozca mínimamente algo del mundo de las series no dudará demasiado en vincularla ineludiblemente con “Transparent” y el arrollador trabajo de Jeffrey Tambor) pero la estructura completamente episódica de la obra, como si fuese una sucesión de sketchs que no todos se presentan bien asociados a ese hilo conductor de la propuesta, hace que no pueda lograrse en ningún momento un crecimiento dramático.

Asimismo, estos sketchs plantean situaciones que cualquier espectador de teatro sabe que atrasan por lo menos cuarenta años. Una señora española, encargada de un edificio que a su vez tiene sexo con todos los porteros de la cuadra y confiesa que cobra ya es de una pequeña alarma, máxime en los tiempos que corren. Si a esto se le suma un sentido del humor en donde hace falta aclarar que “a mí me gusta la tortilla, pero de papas” ya entramos en una zona de dudoso gusto que termina de subrayarse cuando ese mismo personaje confunde los nombres de cualquier cosa que sea pronunciada en inglés como llamar Nefliflis a Netflix, y tantos otros ejemplos del estilo que se repiten al infinito y que Cibrián Campoy los usa para desplegar dos momentos casi de monólogo (y que sólo funcionan si se toma como un homenaje a la gran Ana María Campoy, que era una reina para crear esos personajes que se iban por las ramas y uno podría pasarse horas escuchándola).

En el texto y en la puesta, abundan detalles muy poco cuidados que lamentablemente hacen que se perciban descuidos que no son frecuentes en la calidad de las obras que ha montado Cibrián Campoy y que quizás habiendo tomado un texto que no fuese propio o buscado ayuda en un co-autor, podría haberse mejorado notablemente. Una pizza que no llega jamás, personajes que entran y salen de escena sin explicación alguna –y que el mismo costado del escenario sirve para irse a duchar o para llegar desde la calle- o datos que aparecen en los diálogos que se contradicen con el sentido del texto, hacen que se perciba un clima fallido a lo largo de todo el relato que solamente logra cohesión en el último cuadro, donde parece que se dispone a retomar la historia planteada en el primero, mientras que todo lo que pasó entre estas dos “puntas” no sostuvo en absoluto la idea fuerza inicial.

Como gran aliada de Pepe Cibrián Campoy encontramos a Viviana Saccone. Quien haya podido verla en escena con sus diversos personajes (“En la Cama” de Muscari, “La Cabra” junto a Julio Chávez, “El Test” junto a Jorge Suárez y Carlos Belloso o la arrolladora mujer que compuso en “Testosterona” junto a Osmar Nuñez) sabe que se trata de una de las actrices más dúctiles de su generación y que ha transitado textos de diversas complejidades, de una forma completamente diferente a los abordajes que hace de sus personajes televisivos.
Todo su profesionalismo está presente en escena en “POR EL NOMBRE DEL PADRE” aún en esos momentos en donde solamente es una mera testigo que se limita a darle dos o tres “pie” a Cibrián Campoy para que él pueda desplegar su histrionismo de gran capo cómico, pero lamentablemente el texto le permite desplegar muy poco de su enorme talento.

Es notable que entre Cibrián Campoy y Saccone hay química (el sketch de los padres de ella es muy divertido y ambos pueden jugar en igualdad de condiciones frente al terreno de la comedia) pero la pobreza de algunos de los planteos que hace la dramaturgia, no permite hasta llegado el último cuadro, que la obra pueda tener la teatralidad que ese juego necesita como marco, entregando un planteo que podría ser de un sketch de televisión, un bosquejo para una muestra de teatro o una primera aproximación a una idea que quiere llevarse adelante y que, si no se pule, queda como un mero ejercicio en borrador.

“POR EL NOMBRE DEL PADRE”
Jueves, Viernes, Sábados 20.30 hs. – Domingos 20 hs.
Teatro Picadilly – Avda. Corrientes 1524 – C.A.B.A.

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