Susurros en tus oídos
Por Marcelo Cafferata
Laura (Melina Petriella) está descalza, sentada en el brazo del sillón, muy callada, observando con distancia la escena. Pronto nos enteraremos que es su propio cumpleaños, nada menos que sus 40 y quienes la acompañan son Rodrigo –su pareja- (Patricio Aramburu) y sus suegros Alicia y Emilio (María Fiorentino y Claudio Rissi).
Mientras ella apenas articula algunas palabras, monosílabos apenas, la verborragia de la reunión familiar invade todo el ambiente. Emilio parece no poder parar de hablar, ocupa el tiempo con banalidades, anécdotas triviales en la que incluye recuerdos desgranados exhaustivamente sobre los perros que los acompañaron en la familia.
Dentro de ese vasto anecdotario, los detalles se confunden, se discute intensamente sobre datos imprecisos, se pelean por tener la razón sobre un hecho completamente intrascendente del pasado: el matrimonio aprovecha para dispararse dardos llenos de rabia, descalificaciones y hasta humoradas que rayan en insultos, pequeños comentarios cargados de cinismo que muestran a las claras que Alicia y Emilio no se soportan.
Laura sigue callada porque guarda una anécdota que la hizo sentir incómoda, que la dejó pensando, angustiada y hasta desequilibrada, justamente el mismo día de su cumpleaños. Un extraño, un linyera, se le acercó en el subte y le dijo a la oreja una pequeña frase demoledora, que la dejó perturbada y sin respuestas.
El clima de la reunión familiar es tenso y se enrarece pero logran llegar hasta el típico ritual de cortar la torta, soplar las velitas, pedir tres deseos, cantar el feliz cumpleaños, actos que se cumplen mecánicamente y sin emoción porque Laura tiene la cabeza en otra parte.
Alicia y Emilio difícilmente pueden sostener un silencio e insisten en que Laura les cuente qué le pasa, que les explique porqué esta tan “rara”. Y cuando Laura finalmente, accede a contarles lo que le pasó en el subte, “LOS PERROS” muta, gira completamente de tono, para pasar de una comedia agridulce costumbrista que refleja los entramados de una típica familia argentina, a bucear en las profundidades de las preguntas que nos atraviesan a todos y nos ponen de cara a una mirada existencialista que muchas veces preferimos evitar.
Ya desde una anécdota inicial cuando Alicia cuenta lo que sucedió con una vecina a la que encontraron muerta, la idea de finitud de hace presente. Frente a los planteos de Laura y este hecho que la ha conmocionado, empieza a sobrevolar sobre el festejo familiar, el fantasma de la insatisfacción, de la rutina, del conformismo, de la negación, de no poder ver que muchas veces estamos transitando una vida que no queremos, que la vivimos con un dejo de resignación sin el menor atisbo de generar el cambio que necesitamos.
De todo esto se ocupa la inteligente dramaturgia de Nelson Valente con el cúmulo de reproches, de verdades calladas, de recelos guardados, frustraciones e insatisfacciones que salen a la luz en una noche catártica y movilizadora, compartiendo el mismo tono de las recientes obras de Lars Noren “Vigilia de Noche” y “Otoño e Invierno” -ambas con puesta de Veronese-, donde los personajes se “vomitan” todo.
Valente vuelve a desplegar una pluma talentosa, tal como lo hemos conocido en “El loco y la camisa” o “Sólo llamé para decirte que te amo”, con planteos de una gran profundidad, con la naturalidad, la simpleza y el sentido del humor con el que hace hablar a sus personajes. En el teatro de Valente no hay declamaciones ni textos impostados o diálogos pretenciosos. Por el contrario hay una inmediata identificación del espectador con ese teatro que es espejo de nosotros mismos donde irremediablemente nos vemos involucrados y reflejados.
En “LOS PERROS” aparece nuevamente una puesta austera y precisa, donde gana cuerpo un texto potente, profundo y movilizador. El poder de la palabra en escena conmueve e invita a la reflexión sin olvidar que el humor es el mejor vehículo para poder retratar con piedad y comprensión a sus personajes.
En esta ocasión, cuenta con cuatro actores de lujo a los que el texto les da diferentes oportunidades de lucimiento y todos lo aprovechan al máximo. Melina Petriella es una Laura completamente atravesada por esa pregunta susurrada al oído que parece poner su mundo patas para arriba y a la aparente calma inicial, se opondrá un momento de explosión y de sinceramiento brutal en el que Petriella hace crecer a su personaje hasta hacerlo enorme, algo similar a lo que sucede con el personaje de Rodrigo que también le permite a Patricio Aramburu pasar de una actitud conciliadora, que intenta sostener la tensión de sus padres, a destapar esa olla a presión que lo encierra y gritar sus verdades. Nada es desborde ni griterío, Valente encuentra el punto justo de sus actores y todo aquello que se dicen suena a verdades reveladas en una noche donde todos tocan fondo.
Imposible resistirse a la pareja de Claudio Rissi y María Fiorentino en la piel de los suegros de Laura. Cada línea de texto está dicha con la cadencia justa, en el tono acertado que los hace crecer a través de ese duelo verbal que expone el hastío de una pareja completamente desgastada. Fiorentino es dueña de un sentido del humor único y Rissi crece mucho más cuando muestra esa gran emotividad a flor de piel con la que construyó su personaje.
Cuando el texto, los actores y la puesta vibran en la misma sintonía y podemos reconocernos, cuando el teatro nos conmociona en la butaca y nos interpela de una forma tan inexorable como lo hace “LOS PERROS” sabemos que estamos en presencia de esas pequeñas obras que son inolvidables.
“LOS PERROS”
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Dramaturgia y dirección: Nelson Valente
Con María Fiorentino – Claudio Rissi – Melina Petriella y Patricio Aramburu
Teatro Picadero – Pasaje Santos Discépolo 1857
Viernes y Sábados 20:00 horas, Domingos 20:30 hs